El pasado viernes, comenzaba mi intervención en el Parlamento en torno a la creación de una ponencia sobre las víctimas de la violencia, del terrorismo, señalando la profunda tristeza que me embargaba después de oír la orientación que habían dado en sus discursos los portavoces que me habían precedido en el uso de la palabra. Mi tristeza aumento más si cabe, al ver al día siguiente el reflejo del debate en los medios de comunicación.
Tristeza, por partida doble: ya que, en primer lugar, se había convertido a las víctimas y a su dolor en arma arrojadiza para un debate que se había centrado en intereses partidistas, en vez de centrarse en dar respuesta a la situación de quienes han sufrido de forma directa y más cruel los estragos de la violencia; y en segundo lugar al comprobar que ese día los lectores no tenían oportunidad de conocer, con claridad y exactitud, la posición de Eusko Alkartasuna. Lograr que las víctimas y su dolor dejen de ser objeto de tráfico político, no depende sólo de mí o de mi grupo político, aunque puedo asegurar que vamos a poner todo lo que esté en nuestra mano para conseguirlo.
Sin embargo hacer llegar a los lectores nuestra posición, sí que depende de mí y creo que puedo conseguirlo a través de estas líneas en las que voy a transcribir los conceptos que expuse en la tribuna parlamentaria. Señalaba que habitualmente nos referimos a la actual situación política como una etapa ilusionante y compleja. Desde que se hizo público el Acuerdo de Lizarra-Garazi, y el posterior anuncio del alto el fuego por parte de ETA, estamos en una nueva situación caracterizada por la esperanza de que el bagaje de dolor y sufrimiento provocado por las diferentes estrategias de la violencia deje de incrementarse. Durante el último año Irlanda ha sido un punto de referencia para algunas cosas, aunque no para otras. Por eso es especialmente importante recordar, tal como dice el Acuerdo de Stormont en su apartado «Reconciliación y Víctimas de la Violencia», que es esencial reconocer y abordar el sufrimiento de las víctimas de la violencia como elemento necesario para alcanzar la reconciliación.
Eusko Alkartasuna y, en su nombre, quien esto escribe ha señalado de forma reiterada la necesidad de abordar sin demora esta gran asignatura pendiente de todas las instituciones, tanto las correspondientes al Estado, como las de la Comunidad Autónoma vasca, la Comunidad Foral de Navarra o Iparralde en el caso de Euskalherria. Y, además, siempre hemos propugnado, y procurado, que se tomase por unanimidad la decisión de abordar esta tarea. Hemos propugnado la unanimidad desde la profunda convicción de que el mayor favor que podemos hacer a las víctimas es sacarlas del campo de confrontación partidista.
Hemos procurado la unanimidad desde la profunda convicción ética que nos impide utilizar a las víctimas como ariete o escudo -según los casos- en el desorbitado debate y en las desproporcionadas escaramuzas partidistas especialmente presentes en la actual etapa política. Hemos intentado alcanzar la unanimidad desde la profunda convicción de que lo importante, lo urgente, es atender la situación de las víctimas «como elemento necesario para alcanzar la reconciliación» y como una exigencia de justicia, ya que atender a las víctimas no es una cuestión de nacionalismo español o nacionalismo vasco: es una cuestión de humanidad.
Por estas razones, desde Eusko Alkartasuna propugnamos -hace ya casi un año-, y hemos impulsado, la creación en el seno de la Comisión de Derechos Humanos de una Ponencia específica que examine la situación de todas las víctimas de la violencia generada en nuestro País tanto por ETA, como por Batallón Vasco Español, GAL, … . Y decimos todas las víctimas de la violencia porque, como es sabido, tanto las acciones realizadas por el GAL, el Batallón Vasco Español y otros grupos similares, como las que ocasionaron la muerte de Mikel Zabalza, entre otros, no tienen la consideración legal de terrorismo, aunque yo las considere como tal.
Si en dicha ponencia queremos incluir a todas las Víctimas -y sólo a ellas-, causadas por las diferentes estrategias de la violencia que han sembrado el terror en nuestra sociedad, debemos utilizar la terminología empleada en la iniciativa aprobada en la Comisión de Derechos Humanos. Esta ha sido, es y seguirá siendo la postura de Eusko Alkartasuna, por lo que sólo nos queda, como señalaron los firmantes del acuerdo de Stormont, aguardar con interés las conclusiones de la tarea que debe desarrollar dicha ponencia. Ahora es el momento de hablar menos y trabajar más; de renunciar a hablar de las víctimas intentando llevarse el agua al molino partidista de cada cual, y ponerse a trabajar todos juntos en favor de ellas. Nosotros, en Eusko Alkartasuna, hemos empezado ya y, tal como señalamos en el Pleno del Parlamento Vasco, nos negamos a entrar en ninguna confrontación dialéctica que suponga una utilización partidista del dolor de las víctimas.