Hace ya algunos años que «se coló» en el Belén de mi casa una pintada reivindicativa en uno de los edificios del fondo del nacimiento, que suscitaba la sonrisa de quienes la descubrían. Este año al toparme con la pintada, y viendo lo que está ocurriendo en Palestina, la reivindicación ha cobrado un nuevo sentido y ha dado pie a este post con el que retomo las publicaciones en el blog, que tenía abandonado desde hace más de tres años.

Hoy como ayer, Herodes en la figura de Netanyahu, convierte en realidad la profecía de Jeremías que hace más de 2500 años decía: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos y rehúsa el consuelo, porque ya no viven». Se habla de más de miles de niños muertos en Gaza, donde no se está respetando a la población civil, además de más de 15000 muertos entre la población y 105 periodistas que han perdido la vida bajo el fuego del ejército israelí.

Hace más de 2000 años cuando se produjo la matanza de los inocentes, Herodes gobernaba con el beneplácito de Roma, el imperio de entonces. Hoy como ayer hay muchos Herodes que gobiernan y deciden sobre la vida de jóvenes y mayores bajo el beneplácito de otros imperios actuales. En Palestina, en Siria, en el Kurdistán, en Ucrania, en Rusia, en Artsakh y Armenia, en Myanmar, en Yemen, en Burkina Faso, Somalia, Sudan, y en muchos otros lugares de África que no existen para los medios de comunicación, se están enviando a la muerte a decenas de miles de jóvenes, se está masacrando a población civil, se están impulsando desplazamientos forzados de población por «Herodes» que están siendo tolerados y utilizados por las grandes potencias tradicionales -Estados Unidos, Rusia, China- y por otras que aspiran a ser emergentes como Turquía o Irán.

Hoy que se celebra la 57 Jornada Mundial de la Paz, y en estos días hemos dicho muchas veces la palabra Paz, cuando no hay Paz; y comenzamos un año en el que hemos deseado la Paz, y las perspectivas no son muy halagüeñas; y tenemos el peligro de la desesperanza por la impotencia que sentimos, pues no vemos qué podemos hacer para que finalicen esas masacres. Pero pienso que algo sí que podemos hacer cada una, cada uno de nosotros, en nuestro ámbito; aunque solo sea defendiendo y potenciando esa cultura democrática de respeto al otro, al diferente, al adversario en diversos ámbitos de nuestra vida: deportivos, políticos, culturales, sindicales,… , con el fin de no generar odio, que está en la base de todas las violencias. Y hoy, simplemente si vemos las portadas de medios informativos, llegaremos a la conclusión de que esta tarea tan inmediata, tan próxima es muy necesaria aquí, en nuestros ámbitos. Tan necesaria como el propósito de no ser indiferente ante las tragedias de las actuales «guerras herodianas» y el compromiso de hacer llegar a Gobiernos e instituciones nuestro clamor para que pongan fin al negocio de las armas y fuercen a esos «imperios actuales» a parar unas guerras que solo producen dolor, sufrimiento, y acaban con la vida de jóvenes y mayores enviados desde cómodos despachos a los campos de batalla.

Por Rafa

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