ANTE EL NUEVO ASESINATO DE ETA: SILENCIO, DOLOR, REPUGNANCIA, COMPROMISO

Estábamos de campaña electoral en Amurrio, cuando una llamada por el movil me comunicaba la triste noticia: han tiroteado a un ex-concejal socialista en Arrasate; de momento solo dicen que está muy grave. Ha sido como un mazazo, volver a revivir tantos momentos de desolación ante tanto dolor injusto y al mismo tiempo la tentación del desánimo: es que nuestro Pueblo ¿no va a poder vivir nunca en paz?, ¿no vamos a tener solución?.

Inmediatamente he hablado con el presidente de mi partido, con Unai Ziarreta, y a continuación con Rodolfo Ares para transmitirle que pensabamos suspender la campaña y hacerles llegar nuestro pesar, nuestra solidaridad, a la vez que nos poní­amos a su disposición para lo que precisasen. Entre llamada y llamada se confirmaba el fallecimiento de Isaí­as Carrasco. Llamadas y más llamadas para hacer operativa la suspensión de la campaña, suspendiendo actos y retirando cuñas de radio.

Poco después salí­amos hacia Arrasate para, con nuestra presencia, transmitir a la familia y a sus compañeros socialistas y de la UGT, algo de calor humano y consuelo en estos trágicos momentos. Según iba de camino oyendo por la radio las nuevas informaciones que se iban sabiendo sobre el atentado, me iba invadiendo una tristeza y una amargura tremenda: pensaba en una familia que veí­a truncada sus expectativas, su historia; pensaba en su dolor por perder a un ser querido, a un padre, a un marido, que sentí­a muy próximo y en cierta forma lo compartí­a. He apagado la radio, necesitaba silencio, necesitaba serenar mi ánimo, no dejar que la amargura -antesala del odio- me invadiese, necesitaba rezar. Ahí­, en el silencio, compartiendo el dolor, ha crecido mi repugnancia a la violencia y he renovado mi compromiso de seguir trabajando, con más empeño si cabe, para terminar con tanto dolor, con tanta injusticia,… para construir una Euskal Herria en paz en la que quepamos todos, nos respetemos todos y podamos vivir en libertad.

Para los que ya hace años ejercimos nuestro antimilitarismo, luchando pací­ficamente contra la conscripción, y optamos por la insumisión al grito de «ni mili ni milis», nos queda todaví­a una tarea pendiente. Acabamos con la mili, y acabaremos con los milis, con nuestro compromiso pací­fico, con nuestra militancia en favor de todos los derechos humanos sin excepciones, acaberemos por convencer a los milis, y a quienes les apoyan o disculpan, para que desistan y abandonen la violencia si es que quieren tener sitio en esta sociedad y creen en una Euskal Herria, en una Euskadi libre y en paz: Euskadi ta Askatasuna. Hasta la fecha con sus hechos niegan hasta su propio nombre.

Como me señala en un mail, que acabo de recibir desde Argentina, un abertzale que desciende de un vasco de Iparralde que emigró allí­ a comienzos del siglo XIX, este nuevo asesinato nos remite al pasado, un pasado que nos niega el futuro. Y nosotros -la sociedad vasca- creemos que la Paz es posible y tenemos derecho a un futuro en Paz y libertad.