Ni rebajas ni euforia. EA afronta la nueva etapa del Gobierno Zapatero con prudencia y firme en su compromiso con la propuesta de nuevo Estatuto.  Ni rebajas ni euforia. EA afronta la nueva etapa del Gobierno Zapatero con prudencia y firme en su compromiso con la propuesta de nuevo Estatuto. Su secretario de Organización, Rafael Larreina, reconoce que “hay otro talante” tras el 14-M pero advierte del “café para todos”. El PSOE se enfrenta al reto de la reforma del Estado, señala, y en ese reto no cabe la postura del PSE, al que reclama que participe en el debate parlamentario sobre la iniciativa del Gobierno vasco. Prefiere no adelantar acontecimientos, aunque no duda en reclamar coherencia a un presidente que ya ha prometido que respetará “lo que se apruebe en el Parlamento catalán”. Porque Larreina está convencido de que la solución al conflicto vasco pasa por un nuevo andamiaje jurí­dico-polí­tico sustentado en bases nacionalistas. Y eso es lo que contesta a las “muchas cabezas” del PNV –también del PSE– en las que “la época Ardanza sigue planeando”.

MIREN IBíí‘EZ Gasteiz

Desde el moderado optimismo del lehendakari ante el nuevo Gobierno del PSOE al escepticismo de la vicelehendakari, ¿en qué posición se encuentra EA?

Hay una realidad innegable: el ambiente ha cambiado. La palabra mágica ahora es el talante, hay otro talante. Y hay otro elemento positivo, el clima de crispación se ha relajado muchí­simo. Es un avance también importante el que no haya mayorí­a absoluta, las mayorí­as absolutas tienen mucha facilidad para degenerar en subversiones de la democracia. A partir de ahí­, EA lo que hace es esperar. Queremos hechos. Y ahora el PSOE tiene el reto de demostrar que realmente está dispuesto a seguir el mandato de la sociedad que ha pedido un cambio.

¿Y en qué consiste ese reto?

Acabar con la polí­tica de recorte de libertades y reconocer la realidad polí­tica de un Estado plurinacional. Una posibilidad es que se aplique la filosofí­a del café para todos, de la LOAPA. Eso serí­a un gran error. Un polí­tico responsable no puede ignorar la realidad: estamos en un Estado plurinacional que por su propia definición es un Estado asimétrico. El reto que tiene el PSOE es abordar esa reforma de las estructuras del Estado de forma natural, impulsando un Estado sostenible que se tiene que sustentar sobre la realidad de cada parte. Si no, estaremos construyendo un sistema inestable y poco democrático. La igualdad sólo es posible cuando se respeta lo diferente.

Manuel Chaves, presidente del PSOE, rechaza ese Estado asimétrico y el presidente del Gobierno ha dicho que sólo ofrece al lehendakari, por el momento, negociación sobre las transferencias pendientes.

No encaja demasiado con ese reto que plantea. Por eso hay que esperar, pero lo decimos también con cierto escepticismo. Pensamos que esas posiciones pueden cambiar. El problema que tiene el PSOE es que está imbuido de lo que yo denomino el fundamentalismo constitucional, que les lleva a hablar de la Constitución y a negarla continuamente. Y, al igual que el del Gobierno Aznar, está sustentado en un nacionalismo español que excluye cualquier otra posibilidad. El PSOE tiene que dilucidar si va a seguir en un modelo antiguo, de concepción del Estado instalado en un nacionalismo del siglo XIX, o quiere avanzar en los modelos polí­ticos que van a ser la realidad en el siglo XXI, basados en el reconocimiento de la pluralidad y del derecho que tiene cada ciudadano a vivir su propio sentimiento de identidad nacional sin que eso sea excluyente ni exclusivo.

¿Pero las declaraciones de Zapatero no son bastante desalentadoras para una propuesta de nuevo Estatuto que tiene que pasar el filtro de las Cortes?

Muchas veces el discurso, según dónde se emita o hacia quién se emita, puede ser de una forma o de otra. Yo confí­o en la responsabilidad del señor Zapatero. Confí­o en que pueda convertirse en un hombre de Estado y para eso tendrá que solucionar ese dilema que tiene.

¿Entrarí­a EA en el debate que plantea el PSE, dejando a un lado la propuesta del Gobierno vasco para debatir sobre la base del Estatuto de Gernika?

El PSE hace trampa con ese planteamiento. Que pongan ellos el Estatuto de Gernika encima de la mesa si es su modelo. Lo que no se puede hacer es restar la legitimidad de cualquier Gobierno para proponer una reforma del marco jurí­dico-polí­tico. Y hay algo mucho más preocupante, que el PSE pretende ignorar la voluntad expresada en las urnas por la ciudadaní­a. Estamos cumpliendo un mandato electoral, igual de digno de elogio y aplauso que que el señor Zapatero, a las 24 horas de tomar posesión, diga que va a cumplir una promesa electoral y retire las tropas de Irak. Por cierto, que el PSOE tiene menos porcentaje de votos en el Estado que el Gobierno tripartito en el Paí­s Vasco.

Sí­ pero en estas circunstancias, y perdone que insista,no parece que el nuevo Estatuto vaya a contar con el respaldo de las Cortes…

Habrá que ver. Primero habrá que ver si logramos los 38 votos que necesitamos en el Parlamento Vasco. Si la sociedad da su respaldo a esa propuesta, el PSOE tiene ante sí­ un reto y la prueba del nueve de su coherencia. El señor Zapatero ha prometido que iba a respetar lo que se apruebe en el Parlamento catalán, ¿va a respetar también lo que se apruebe en el Parlamento Vasco? Porque si no, estamos en imposición, en la perpetuación del conflicto polí­tico, que sólo se resuelve a través de procedimientos estrictamente democráticos.

¿Cómo ve EA este cruce de invitaciones al diálogo entre PNV y PSE, intentando acercamientos parece?

Pensamos que hay movimientos dentro del PNV y del PSE para buscar escenarios del pasado. La época Ardanza sigue planeando en el escenario vasco y en muchas cabezas del PNV y del PSE. Nos parece legí­timo y lo respetamos si así­ lo acuerdan los dos partidos, pero es un error. Hay que abordar un nuevo marco jurí­dico-polí­tico y si queremos que sea la solución para el principal problema que tiene este paí­s, que es la normalización polí­tica y la pacificación, tiene que estar impulsado por fuerzas abertzales. Esto no excluye a las no abertzales, estamos impulsándolo precisamente con EB-IU. A EA le gustarí­a impulsar el modelo del Gobierno catalán, un modelo transversal, que reconozca la realidad nacional de Euskal Herria, y de progreso; pero para eso, hoy por hoy, el PSE no está en las coordenadas del PSC, aunque hay personas que lo están y nos gustarí­a que tuvieran mayor peso polí­tico. Porque ese modelo sí­ que ofrece soluciones de futuro para los principales problemas de este paí­s.

¿Y no facilitarí­a un movimiento en ese sentido del PSE que PNV y EA moderaran sus aspiraciones soberanistas?

Creo que no. Lo que se exige en polí­tica es la claridad. Si algo caracteriza a EA es que es un partido claro, no utilizamos la ambigí¼edad. El problema no es rebajar discursos o aspiraciones, lo que hay que hacer es tener claridad en las posiciones y luego acordar nuevos marcos, marcos pegados a la realidad social. EA lo que no puede hacer es dar la espalda a sus electores. El problema no es que EA pueda tener un discurso independentista. ERC también tiene un discurso radical independentista y, sin embargo, tiene responsabilidades de gobierno con el PSC. ¿Por qué? Porque cada uno sabe lo que es, se respetan. Aquí­ se podrí­a hacer lo mismo. Pero para eso es importante un nuevo marco jurí­dico-polí­tico.

No se cansaron de repetir en campaña que EA serí­a el garante de la propuesta de nuevo Estatuto ante su temor a la inclinación que pudiera tener el PNV de rebajar la iniciativa, ¿siguen en esa tesis?

EA ha sido garante a lo largo de todo este proceso. Hay que recordar que hace tres años, cuando estábamos haciendo el programa de la coalición, el portavoz de EA decí­a que tení­a que constar el nuevo marco jurí­dico-polí­tico y el derecho de autodeterminación, y habí­a portavoces del PNV que decí­an que no. Al final ha estado porque EA se empeñó y salió adelante. Y si estamos en el debate de un nuevo marco jurí­dico-polí­tico es por la labor de EA durante muchos años.

El tripartito ha mantenido últimamente en público algunas discrepancias, por ejemplo a cuento del Puerto de Pasaia. Esa relación mediática que mantienen jeltzales y socialistas, ¿cómo afecta al tripartito?

El tripartito es un Gobierno de tres partidos diferentes y una de sus bases es el reconocimiento de la pluralidad, de la sociedad vasca y del propio tripartito. No tiene por qué afectar al Gobierno, siempre que se cumpla el programa de mí­nimos y las reglas de juego que nos hemos dado.

Cambiando de tema, parece que el PP vasco se haya sumido en una polémica interna sobre su autonomí­a respecto de Madrid. ¿Qué análisis hace?

Creo que es evidente, pero el problema es que la tutela de Madrid ha sido impuesta por personas del PP vasco y yo creo es que ése es el gran error, que la polí­tica del PP vasco se ha hecho por vascos que estaban en Madrid pensando en Madrid. Es el problema que tienen normalmente los partidos de ámbito estatal, que sus lí­deres, su compromiso polí­tico no está vinculado al paí­s sino a su carrera polí­tica, y la carrera polí­tica la hacen en Madrid y utilizan al Paí­s Vasco como peldaño en lugar de utilizarlo como objetivo y objeto de su labor.

¿Qué le parece la marcha de Jaime Mayor Oreja a Europa?

Respetamos las decisiones de otros partidos sobre qué candidatos van a nombrar. Es una apuesta arriesgada la del PP, porque últimamente el señor Mayor Oreja pierde todas las elecciones a las que se presenta.

Por Rafa

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