Estas fechas son dí­as tradicionalmente de balances y propósitos, de mirar con serenidad el pasado -a veces con cierta nostalgia- y atisbar el futuro con ilusión. Yo no soy de los que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor, pues creo que lo mejor es siempre el presente que construimos dí­a a dí­a, si ejercitamos la libertad buscando siempre el bien pensando en los demás.

La realidad con la que acabamos este año , como la de todos los años, tiene luces y sombras; las luces de tanta gente que entrega su vida por los demás, en muchos rincones de este mundo junto a los más pobres, sufrientes y olvidados; y las sombras de las terribles guerras -las que salen en los medios de comunicación y esas otras silenciadas como las del coltán en ífrica-, las injusticias, la pobreza, los éxodos masivos, la soledad, las bolsas de indiferencia práctica -en medio de las sociedades satisfechas- ante todas esas tragedias.

Y mirando al año que comienza, esa realidad lejos de desanimarnos debe ser un acicate para sacar propósitos de trabajar para que las luces superen a las sombras, sabiendo que aunque parezca labor imposible si nos empeñamos al menos lograremos sumar nuestra luz y disminuir en la misma medida la sombra. Quizá alguien piense que nada puede hacer ante las guerras o las crisis humanitarias, y se estará equivocando pues cada persona desde el lugar donde estamos y comprometiéndonos con nuestro entorno más próximo podemos contribuir a que la luz avance.

Pensando en nuestro Paí­s -el mí­o y el de muchos de los que leéis este post: Euskal Herria- tenemos campo amplio de actuación: desde contribuir a consolidar la Paz y avanzar en la reconciliación y acabar con la indiferencia ante el dolor ajeno, hasta ejercitar la solidaridad con quienes lo están pasando mal o acoger y ayudar a quienes huyendo de la guerra o la pobreza llegan a nuestra tierra con al esperanza de lograr una vida mejor para sus familias.

Y pensando en otras realidades que nos rodean a mayor o menor distancia, también podemos ejercitar la solidaridad de muy diversas formas, solo nos lo tenemos que proponer y seguro que encontramos la manera de hacerlo.

Ojalá sirvan estas reflexiones, a vuela pluma, para que entre todos y todas consigamos que el año 2017 sea el año de la Solidaridad. Este es mi deseo para el 2017, junto con la esperanza de que el nuevo año os traiga lo mejor a todas vuestras familias.

Por Rafa

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