Acabo de encontrarme con la noticia de que los obispos de las diócesis de Vitoria, Bilbao y Donosti han hecho público un escrito, bajo el tí­tulo «Purificar la Memoria, servir a la Verdad, pedir Perdón», en el que rescatan del doloroso olvido oficial la memoria de 14 sacerdotes asesinados en Euskadi por el bando franquista. Al leerlo he compartido alegrí­a y emoción; la alegrí­a de ver reparada una grave injusticia y la emoción de ver que se hace con humildad, deseando «prestar un servicio a la verdad, que es uno de los pilares básicos para construir la justicia, la paz y la reconciliación. No queremos reabrir heridas, sino ayudar a curarlas o a aliviarlas. Queremos contribuir a la dignificación de quienes han sido olvidados o excluidos y a mitigar el dolor de sus familiares y allegados».

Creo que somos muchos los creyentes de este Paí­s que anhelábamos desde siempre una reparación, que sufrí­amos al no entender que no se llevase a cabo ese reconocimiento y reparación. Por eso cuando a finales del 2007, Don Ricardo Blazquez, entonces presidente de la Conferencia Episcopal española hizo una declaración, que era la primera en la historia de los obispos españoles, en la que se pedí­a perdón, escribí­ el post «Eskerrik asko Don Ricardo por esa declaración de acción de gracias y petición de perdón» en el que reivindicaba la necesidad de recuperar la memoria y reparar la injusticia cometida en su dí­a y perpetuada y renovada en el tiempo.

El próximo 11 de julio, después de más de setenta años, se celebrará en la catedral de Gasteiz el funeral que se les negó en su dí­a a esos catorce sacerdotes que, como cuenta Iñaki de Azpiazu en sus escritos, murieron de forma santa y ejemplar: rezando y perdonando a sus verdugos e inductores. Ojala este acto sirva para que, como señalan los obispos, «purificando la memoria; sirviendo a la verdad; pidiendo, ofreciendo y acogiendo el perdón, queramos mirar al pasado para aprender a construir un presente y un mañana nuevos».

Sirvan también estas lí­neas de agradecimiento a los cuatro obispos por esta decisión que seguro no ha sido fácil y que, probablemente también, llevará consigo el sufrimiento de la incomprensión de algunas gentes.

Por Rafa

2 comentarios en «PURIFICAR LA MEMORIA, SERVIR A LA VERDAD, PEDIR PERDí“N»
  1. Un dicho popular asegura» que la Justicia tarda pero llega».
    El perdón público que los Obospos de las diócesis de Bilbao, Vitoria y San Sebastián confiesan ante el crimen perpetrado contra los sacerdotes y religiosos vascos en 1936 y 1937 y el largo silencio ominoso mantenido hasta hoy por la jerarquia eclesiástica tanto del Pais Vasco como del Estado Español, es un redentor acto de EJEMPLAR JUSTICIA.
    Aquellos sacerdotes fueron victimas de la VIOLENCIA CRIMINAL desatada por quienes los fusilaron, VIOLENCIA que fue apoyada por Obispos que calificaron de «CRUZADA» aquellos crimenes.
    El»delito» de aquellos sacerdores fue amar a EUSKAL HERRIA y servir como pastores de almas al prójimo.
    Todos ellos murieron perdonando a quienes ejercian en sus personas, la VIOLENCIA.
    Falta aún expresar el perdón de los obispos de Navarra y del resto del Estado Español y el reconocimiento público del Vaticano hacia esos sacerdotes y religiosos vascos.
    Porque la VIOLENCIA ES CONDENABLE y contraria a la DIGNIDAD HUMANA por encima de toda ideologia y concepción politica y social.

  2. Hay quién piensa que un reconocimiento tal intenta abrir heridas cuando es justamente lo contrario lo que se pretende. Felicito a los obispos que han publicado este escrito que no sirve más que a contribuir en bien de la humanidad a sobreponer LA DIGNIDAD HUMANA por encima de toda concepción polí­tica y social tal y como dice el Sr Ezkerro.

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