Ayer en Barcelona en la portada de «La Vanguardia» me encontré con un titular que me llamó la atención: «Los gobiernos que nacen contra las urnas mueren en la urnas». Correspondí­a a una entrevista que le hací­an a Alberto Núñez Feijóo, lider del partido Popular gallego y próximo presidente de la Xunta de Galicia. Yo apliqué el cuento a la situación que tenemos en Euskadi y me parecí­a una buena conclusión de un análisis sosegado de la realidad sociológica y polí­tica vasca,

Me fuí­ a las páginas interiores y leí­ con detenimiento la entrevista, comprobando que el titular respondí­a a la realidad del discurso de Núñez Feijóo que era muy claro: «Las coaliciones de los partidos perdedores contra el ganador dividen a la sociedad y generan inestabilidad. Son gobiernos bipartitos o tripartitos que nacen contra las urnas y mueren en las urnas. Podrán gobernar, de forma atí­pica, durante una legislatura o quizá dos, pero nunca da resultado».

La pregunta es inmediata ¿por qué no aplican esa reflexión en Euskadi?… quizas sea porque aqui estamos en una sociedad diferenciada que no coincide con España. Mientras el PP y el PSOE en sus discursos defienden la homogeneidad del Estado y niegan las realidades nacionales como la vasca, en su práctica polí­tica reafirman la realidad nacional vasca, claramente diferenciada de la española. Tanto en la Comunidad Foral de Nafarroa como en la Comunidad Autónoma Vasca, quienes en España son incompatibles llegan a unidades de acción polí­tica para gobernar con mutuo apoyo sin otro nexo común que la negación de la existencia de una sociedad diferenciada que tiene derecho a decidir.

Pero bueno, no todo eran coincidencias con el lí­der popular; creo que está muy equivocado cuando afirma que «la modernidad no pasa por las naciones sin Estado». Precisamente la modernidad por donde no pasa es por los modelos de estado decimonónicos que defienden su existencia en el reforzamiento de unas fronteras artificiales que cierran en vez de abrirse a otras realidades más naturales.

Y tampoco puedo coincidir con su afirmación de que «tenemos que separar los principios polí­ticos de nuestras convicciones morales…» En mi opinión,si los principios polí­ticos no van unidos a convicciones eticas o morales, se acaba convirtiendo la polí­tica en una realidad esquizofrénica en la que acaba primando la corrupción sobre el compromiso de servicio a la sociedad.

Por Rafa

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