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Esta mañana estamos reunidos en el Parlamento medio centenar de personas que tenemos algo en común: somos bloggers, o tenemos interés en serlo, y queremos reflexionar en conjunto sobre que hacer para impulsar la «Polí­tica 2.0»

Una experiencia interesante y diferente para profundizar en la participación polí­tica que hace necesario un cambio de cultura. En esta lí­nea va el contenido de mi microponencia que he titulado ¿Polí­tica y 2.0? que podeis leer a continuación. Espero vuestro comentarios y reflexiones.

¿Polí­tica y 2.0?

Cuando hablo de Polí­tica 2.0 tengo la misma sensación que cuando en un encuentro con alguien recién conocido, éste me pregunta a que me dedico. La respuesta “a la polí­tica” casi hay que decirla en voz baja, como si fuese algo clandestino, algo que no puede ser bueno.

Hablar de Polí­tica 2.0 tiene también esa carga de clandestinidad, de hablar de una utopí­a imposible. Puede parecer a priori que Polí­tica y 2.0 son conceptos incompatibles.

Ante la escéptica pregunta ¿Polí­tica y 2.0? surgen otras preguntas:

•¿Existe la evolución?

•¿Pueden cambiar los polí­ticos?

•¿Renunciarán al adoctrinamiento?

•¿Descubrirán que la gente existe?

Yo respondo que si, que existe la evolución; entre otras cosas porque yo la he experimentado.

En la polí­tica todos hemos pasado por una primera fase que podrí­amos llamar del furor por adoctrinar, por comunicar nuestras ideas que nos parecen las mejores, las únicas; luego se pasa a otra fase en la que buscamos convencer, más tarde empezamos a escuchar, de ahí­ sale otra fase de entusiasmo por el diálogo que nos lleva a compartir nuestras ideas y las del adversario, a la búsqueda de puntos de encuentro, de acuerdos.

Esta evolución la he experimentado yo en internet: escribir donde fuese para transmitir mi doctrina, después en el 2002 puse en marcha una página web personal para comunicar lo que hací­a, aunque ya tení­a un germen de apertura a lo que viniese de fuera pues incluí­a un apartado de preguntas y de ahí­ pasé al blog en el que escuchar, dialogar, compartir se convierte en pasión.

Se empieza a “disfrutar” de la polí­tica participativa y empiezas a:

•Escuchar a la gente

•Dialogar con “desconocidos”

•Pensar en alto

•Compartir acuerdos y desacuerdos

•Canalizar iniciativas

•Ejercer de “bombero social”

•Aprender

•Ensanchar tu cí­rculo de amistad

Como decí­an los clásicos “bonum difusivus est” por eso solo puedo animar a mis colegas polí­ticos a que emprendan esta aventura, esta singladura y empiecen a disfrutar de una nueva forma de hacer polí­tica.

La Polí­tica 2.0 existe, yo me la encontré

Por Rafa

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