Según me marchaba de Gasteiz el último día de fiestas, me venía a la cabeza la imagen de Celedón en la balconada de San Miguel el día 4, y resonaban en mis oídos -junto con el Gora a la Virgen Blanca, a Gasteiz, a Celedón,…- su recuerdo a los ausentes, a los que no podían estar con nosotros disfrutando de las fiestas.
A mi me resultó emotivo ese detalle y me ha acompañado durante todas las fiestas. Indudablemente hay muchos tipos de ausencias: los que se han ausentado huyendo del ruidoso ajetreo y el jolgorio de las fiestas; los que no han podido estar por razones familiares o profesionales; los que la enfermedad los mantiene obligatoriamente ausentes (aquí recuerdo el verano en que teníamos a mi aita en coma en el Hospital Santiago: lo duro que se hacía contemplar la fiesta, ver la alegría de la gente que pasaba a nuestro lado ajena -lógicamente- a nuestra particular tragedia; desde entonces me acuerdo especialmente de todas esas familias que estan en fiestas alrededor de una cama de hospital); los que nos dejaron en este año,….
Creo que todos tenemos nuestros ausentes -más o menos cercanos- en todas las fiestas. Yo, a partir del txupinazo y de las palabras de Celedón (Gorka, eskerrik asko), en estos días he tenido muy presentes a varias personas ausentes. Las tuve especialmente presentes en el Rosario de la Aurora que cada vez me impresiona más y me sigue emocionando ver esas decenas de miles de personas que a las siete de la mañana exteriorizan su cariño, su devoción a la Virgen Blanca, su fidelidad a la tradición.
Yo esa mañana, en esa multitudinaria plegaria, puse a los pies de la hornacina el recuerdo de mi ama -hoy celebramos su cumpleaños por primera vez sin tenerla aquí en la tierra- que tantos años -también cuando iba muy poquita gente- recorrió esas calles de la vieja Gasteiz rezando ese Rosario de la Aurora; el de Peter que pasado mañana será el primer aniversario de su fallecimiento; también puse el recuerdo de Jose Javier y Maika -una pareja Gasteiztarra sufriente de un auténtico calvario al experimentar el tan diferente ritmo burocrático que existe al otro lado del atlántico- que llevan ocho meses lejos de Gasteiz intentado dar un nuevo hogar y familia a un pequeño desamparado, y la petición de que se resuelvan por fin las trabas burocráticas y puedan volver cuanto antes a nuestra ciudad con su nuevo hijo; y también la demanda de la Paz para nuestra querida Euskal Herria, esa gran ausente que todos añoramos y por la que tanto trabajamos.
El mismo día 9 en que yo me ausentaba de la fiesta recibí un mail de José Javier en el que me decía que, precisamente el día 5 les habían dado -por fin!!!- una fecha para la resolución de los trámites de adopción, con lo que a comienzos de septiembre podremos contar con su presencia -con su nuevo hijo- de nuevo entre nosotros. Yo, que creo en la causalidad más que en la casualidad, no puedo separar del Rosario de la Aurora y de la mediación de nuestra patrona la Virgen Blanca, la resolución de ese ya largo problema.
Por este detalle y por la entrega en servicio a todas y a todos los que hemos disfrutado de la fiesta, eskerrik asko Gorka: tu demanda de recuerdo a los ausentes a mi me ha servido este año para vivir las fiestas de otra manera, teniendo presentes a esos ausentes tan queridos, tan apreciados y a sus necesidades.