8bb72e84-61d8-11dd-92ab-4bea188ac4a9.jpgDurante estos dí­as estoy teniendo la gran oportunidad de conocer un viejo Pueblo centro-europeo que esta empezando a adquirir un dinamismo muy esperanzador para su futuro. Recorriedo las calles de Bratislava me vení­an a a la cabeza algunas ideas que en su dí­a leí­ del premio nobel recientemente fallecido, Alexander Solzhenitsyn. Desde mi primer contacto con él a través de la lectura de su libro «Un dí­a en la vida de Iván Denisovich» me llamó poderosamente la atención su personalidad y me atrajo su valentí­a a la hora de exponer su pensamiento, sus ideales. Unos cuantos años después leí­ otro libro suyo «El primer cí­rculo» y volvió a enriquecerme porque sus libros, sus textos, sus reflexiones siempre provocan la propia reflexión.
El Pueblo eslovaco lleva siglos luchando, contra imperios poderosos y grandes potencias, por preservar su propia identidad nacional, su propia lengua, su propia identidad religiosa. Me ha llamado la atención que, después de tantos años de imposición del sistema comunista, sea tan visible la profunda religiosidad de sus gentes: las iglesias estan llenas con mucha gente joven. Ahora Eslovaquia está ya integrada en la Unión Europea, a partir de enero el euro será también su moneda y se aprecia a simple vista que está emprendiendo una senda de desarrollo económico y social.

Alguien dirá: ¿y que tiene que ver esto con Solzhenitsyn?

Pues que en mi cabeza se han juntado estos dí­as, tras su muerte a comienzos de este mes de agosto, el recuerdo de su análisis y crí­tica a la sociedad occidental que realizó en la conferencia que ofreció en 1978 en la Universidad de Harvard. De entonces a mí­ me quedó una idea de fondo que creo resume el contenido de aquella disertación: desde una persona que habí­a sufrido, como el resto de sus compatriotas, la dictadura y la ausencia formal de libertad se nos interpelaba: ustedes occidentales, teniendo libertad para elegir como han elegido lo peor, lo que hoy llamarí­amos consumismo, individualismo, materialismo a ultranza. Y señalaba con rotundidad: «No. No recomendarí­a vuestra sociedad como un ideal para la transformación de la nuestra».

Y al pasear por Bratislava y otras zonas de este Paí­s veí­a el peligro de que acaben en nuestro modelo socio-económico consumista, materialista, individualista, pierdan su sentido comunitario, su visión trascendente de la persona y acaben en definitiva «escogiendo lo peor» asfixiados por el bienestar y renunciando al ideal de otra Eslovaquia es posible, otro Mundo es posible.

Pero este reto no es sólo para los eslovacos, es para todos; también para nosotros, quienes aspiramos a renovar la sociedad desde posiciones de izquierda que no renuncian a cambiar el «estatu quo», que no se rinden ante la adversidad. Y esto sólo es posible desde una visión trascendente de la persona humana, desde una visión que reivindique que la persona humana está por encima de las cifras macroeconómicas, que la solidaridad humana no es sólo una palabra sino una realidad fruto de la fraternidad universal, que la persona humana no se agota en la materia. En otras palabras centrar nuestras prioridades en el «ser» más que en el «tener»
A continuación transcribo unas frases de Solzhenitsyn en su conferencia de Harvard que creo ayudan a reflexionar.

«Hemos puesto demasiadas esperanzas en la polí­tica y en las reformas sociales, sólo para descubrir que terminamos despojados de nuestra posesión más preciada: nuestra vida espiritual, que está siendo pisoteada por la jaurí­a partidaria en el Este y por la jaurí­a comercial en Occidente. Esta es la esencia de la crisis: la escisión del mundo es menos aterradora que la similitud de la enfermedad que ataca a sus miembros principales».

«Desde el momento en que su cuerpo está condenado a muerte, su misión sobre la tierra evidentemente debe ser más espiritual y no sólo disfrutar incontrolablemente de la vida diaria; no la búsqueda de las mejores formas de obtener bienes materiales y su despreocupado consumo. Tiene que ser el cumplimiento de un serio y permanente deber, de modo tal que el paso de uno por la vida se convierta, por sobre todo, en una experiencia de crecimiento moral. Para dejar la vida siendo un ser humano mejor que el que entró en ella».

«Tendremos que alzarnos a la altura de una nueva visión, un nuevo nivel de vida, dónde nuestra naturaleza fí­sica no será anatematizada como en la Edad Media, pero, más centralmente aún, nuestro ser espiritual no será pisoteado como en la Edad Moderna».

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Por Rafa

2 comentarios en «Alexander Solzhenitsyn: un profeta en el siglo XX»
  1. En épocas del régimen franquista, el 20 de marzo de 1976, Solzhenitsyn fue entrevistado por José Marí­a Iñigo en TVE, en el programa Directí­simo. Entrevista muy criticada por los contrarios al régimen, ya que en ella se comparaba la libertad de los soviéticos con la ‘libertad’ de los españoles:

    • ¿Saben ustedes lo que es una dictadura? (…) Los españoles son absolutamente libres para residir en cualquier parte y de trasladarse a cualquier lugar de España. Nosotros, los soviéticos, no podemos hacerlo en nuestro paí­s. Estamos amarrados a nuestro lugar de residencia por la propiska (registro policial). Las autoridades deciden si tengo derecho a marcharme a tal o cual población (…)

    • Los españoles pueden salir libremente de su paí­s para ir al extranjero (…) En nuestro paí­s estamos como encarcelados. Paseando por Madrid y otras ciudades (…) más de una docena, he podido ver en los kioskos los principales periódicos extranjeros. ¡Me pareció increí­ble! Si en la Unión Soviética se vendiesen libremente periódicos extranjeros se verí­an inmediatamente docenas y docenas de manos tendidas luchando por procurárselos (…)

    • También he observado que en España uno puede utilizar libremente las fotocopiadoras (…) Ningún ciudadano de la Unión Soviética podrí­a hacer una cosa así­ en nuestro paí­s.

    • En su paí­s (dentro de ciertos lí­mites, es cierto) se toleran las huelgas. En el nuestro, y en los sesenta años de existencia del socialismo, jamás se autorizó una sola huelga. Los que participaron en los movimientos huelguí­sticos de los primeros años del poder soviético fueron acribillados por ráfagas de ametralladora.(…)

    • Si nosotros gozásemos de la libertad que ustedes disfrutan aquí­, nos quedarí­amos boquiabiertos.

  2. Kaixo Aurora:
    Yo tampoco estoy de acuerdo con todo lo que dice Solzhenitsyn, pero creo que dice cosas interesantes con independencia de que pueda sentar bien a unos u otros; desde ese punto de vista es un pensador libre. De hecho su conferencia en Harvard sentó muy mal en ocidente, pues no dejaba de ser un reproche a quienes tení­an libertad y habí­an escogido lo peor.
    Creo que es interesante verlo en su contexto global; yo estoy leyendo ahora un libro interesante que ayuda a verlo globalmente: se titula «Solzhenitsyn, Un alma en el exilio» de Joseph Pearce.
    Lo que dice en esa entrevista que citas en TVE, yo prefiero verlo en el contexto de aquel momento: el vení­a de una dictadura dura y de pronto se encontró con la «dictablanda» de los últimos meses del franquismo oficial. Pero tranquila que yo no justifico esa época ni muchí­simo menos; ten en cuenta que un año después, en ví­speras de las primeras elecciones de junio del 77 la guardia civil preguntaba si mi aita tení­a actividad polí­tica; imagí­nate la desconfianza, sobre su real sentido democrático, con que vimos en mi casa aquellas elecciones. Hoy todaví­aa creo que el estado español no ha culminado la transición de la dictadura a la democracia.

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