Tengo una duda existencial. Soy catalán, estoy estudiando en Euskadi, y me estoy forjando las opiniones en diversos campos. En el campo de la polí­tica me decanto hacia el nacionalismo catalán. Soy católico practicante y quiero la independencia del pueblo catalán. Pero a veces creo que es incompatible con mi fe, que es incompatible con la idea de generosidad.

Ante esta duda, a veces me faltan argumentos, ¿que opina usted?


Kaixo Jordi: paso a responderte con mi reflexión sobre las dos cuestiones que me planteas:


Independencia versus fe católica

Con las campañas mediáticas que intentan denigrar los sentimientos de identidad nacional catalana y vasca, no es extraño que nos entren dudas sobre la compatibilidad entre defender la independencia de nuestros respectivos Paí­ses y ser católico practicante.

El término nacionalismo en el estado español tiene un sentido ambivalente y equí­voco, pues engloba tanto los legí­timos deseos de conservar y preservar la propia identidad nacional de catalanes y vascos, como los deseos del nacionalismo excluyente y avasallador –fundamentalmente español aunque también se han dado casos, más minoritarios, en Euskadi y Catalunya- que pretende imponer una identidad nacional y hacer desaparecer otras identidades nacionales.


Este último nacionalismo excluyente y avasallador es incompatible con la fé católica.


Por contra, defender y preservar la propia identidad nacional por medios pací­ficos, democráticos, teniendo siempre en cuenta la práctica de la virtud de la Caridad, respetando a quien no piensa como nosotros mismos, no sólo no es incompatible con la fe sino que forma parte del ejercicio de la virtud cristiana de la Religión.

También es verdad que es frecuente, desde ámbitos eclesiásticos españoles, cuestionar las realidades nacionales de Catalunya o Euskadi y nunca se ha oí­do que hayan cuestionado el nacionalismo excluyente, avasallador, y en algunos medios faltón, de carácter español. Ante esos planteamientos habrí­a que recordar que ni la Unidad de España, ni la Independencia de Catalunya o Euskal Herria, forman parte del núcleo de la fé, ni de la doctrina católica, ni del dogma.

A este respecto es bueno releer los Hechos de los Apóstoles cuando después de la venida del Espiritu Santo los Apóstoles empiezan a predicar y los presentes en aquellos dí­as en Jerusalén “varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo”(capí­tulo 2, versí­culo 5) , decí­an: “les oí­mos hablar en nuestras propias lenguas las maravillas de Dios” (capí­tulo 2, versí­culo 11). A mí­ este texto siempre me ha mostrado que Dios es Padre que no hace acepción de personas, que todos somos hijos de Dios, con independencia de nuestra identidad nacional, y que si al Espí­ritu Santo ni –perdoneseme la alegorí­a- se le paso por la cabeza imponer por ejemplo el arameo para hacer llegar la Palabra de Dios a la humanidad, no creo que ahora tenga que ser obligatorio el español como única lengua para conocer “las maravillas de Dios”; hoy como ayer hablaremos y oiremos a nuestro Padre Dios en nuestras propias lenguas.


Independencia versus generosidad
Defender la independencia de la propia nación, con un concepto de independencia propio del siglo XXI que poco tiene que ver con el concepto autárquico del XIX, en el seno de la Unión Europea –de una Unión Europea sin fronteras-, en pie de igualdad con todos los Pueblos que componen Europa, en absoluto es incompatible con la idea de generosidad.

No tengo datos de Catalunya, pero Euskadi es uno de los Paí­ses de Europa con la tasa más alta de donantes de órganos o el que más fondos dedica de todo el Estado a la cooperación al desarrollo, por citar algunos ejemplos concretos de espí­ritu solidario, de generosidad.

Estoy convencido que tanto Catalunya como Euskadi siendo independientes, probablemente serí­an más solidarias con las regiones más pobres de España, del resto de Europa y del mundo. Porque, ¿por qué no vamos a ser solidarios no sólo con Extremadura, por ejemplo, y no con el Alentejo portugués que está al lado, o el Messogiorno italiano, o la Macedonia griega, o las zonas más pobres todaví­a de los nuevos estados del este de Europa que se han incorporado recientemente a la UE?.

Decidiendo nosotros, no sólo serí­amos tan generosos o más que ahora, sino que serí­amos también más eficaces en nuestro apoyo, con un control de las ayudas que impidiese la financiación de la ineficacia, la mala gestión o la corrupción, y garantizase que las gentes más desfavorecidas de esos territorios fuesen realmente quienes recibiesen las ayudas.


Bueno Jordi, espero que estas reflexiones un poco aceleradas te sirvan.

Por Rafa

3 comentarios en «Quiero la independencia pero a veces creo que es incompatible con mi fe, que es incompatible con la idea de generosidad. ¿Que opina usted?»
  1. Sencillamente penoso. Aplicar reflexiones religiosas para defender el nacionalismo vasco.
    Para defender no una nación, que no lo es, sino un emirato. Sí­ señor Lerreina un emirato. El pueblo vasco (ojo, he dicho el pueblo vasco, no confundir con nacionalistas, cosa que uds confunden o tratan de confundir a los demás), no pide ninguna de las iniciativas separatistas que Uds propugnan. Son los emires, que desean manejar el poder.
    Además, hay que tener cuidado con los argumentos, pues cambiando los personajes se vuelven contra uno mismo. O no hay centralismo bilbaí­no, o no hay falta de inversiones en Alava, o no hay opresión de ideas contra los no nacionalistas…lo que tení­an que hacer es pasarse una temporadita por la oposición y verá como cambiaban de opinión los «pesebreros» que hoy les mantienen.
    Aunque no lo parezca no soy pepero 🙂
    Un saludo.

  2. Buenas tardes,

    Me ha encantado la respuesta. No soy nacionalista vasco, aunque si me considero regionalismo y soy católico practicante. Creo que lo realmente importante es la libertad de cada persona, la de uno mismo y la de los demás. Es completamente defendible cualquier idea, sentimiento, que no vaya contra la dignidad de la persona.

    Quiero decirle, Señor Larreina, que me parece buení­sima la labor que haces, no solo por defender lo que uno cree, sino porque esta abriendo los ojos a mucha gente que es incapaz de diferenciar, entre los que me incluí­a, que se puede ser independentista, regionalista, sentirse español,catalán, vasco… y ser un buen cristiano.
    Si hubiese mas polí­ticos como usted, y me refiero a todos los partidos,incluido el suyo, creo que nos irí­a mucho mejor.

    Un saludo

  3. A mi, como a Joseba, me ha encantando la respuesta. Suscribo todas y cada una de las palabras que dice, y, si me lo permite, le doy las gracias por la cantidad de estereotipos que está derrumbando con su vida. Yo soy también católico practicante, pero no soy independentista. Por qué? Porque soy de MADRID. Y aun así­, y muy desde fuera, creo en el derecho de autodeterminación del pueblo vasco y de Cataluña.
    Un saludo con mis mejores deseos, y gracias otra vez.

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