No oculta su decepción y tristeza por la ruptura de las negociaciones con el PNV para lograr un acuerdo de coalición, aunque Rafa Larreina, el hombre que ha llevado el peso de la delegación negociadora de Eusko Alkartasuna, insiste en que su partido. Precisa que EA ya está preparando la maquinaria electoral para concurrir a las próximas elecciones municipales y sin ningún temor – insiste- a presentarse en solitario, pero deja la puerta abierta al acuerdo.
¿Habrá un tercer intento negociador?
No lo sé, porque a la vista de las declaraciones que han realizado los dirigentes del PNV parece que no, que su cierre es determinante y definitivo. Nosotros, sin embargo, seguimos con la sensación de que es una negociación inacabada y estamos dispuestos a terminar el trabajo iniciado.
Ud. Le hizo una importante oferta a Ariztondo la noche del martes, pero al día siguiente EA se encontró con el fax del PNV en el que este partido daba por rota la negociación. ¿Qué hubo por medio?
No me atrevo siquiera a pensar qué hubo. Yo lamento que el esfuerzo que ha hecho EA para procurar solventar el escollo que el PNV decía no haya sido correspondido. Incluso hemos forzado la voluntad de nuestra gente en determinados municipios para ir en coalición en aras a conseguir el acuerdo. Lo cierto es que, después de la oferta, tomaron la decisión de romper sin hablar siquiera con nosotros.
¿Por qué EA acepta in extremis, y no unos días antes, incluir en la coalición municipios importantes de Gipuzkoa, donde estaba el principal escollo?
Porque estábamos hablando sobre la marcha con los responsables de nuestro partido en esos municipios, que no querían ir en coalición.
¿Qué razones de fondo cree que han llevado al PNV a forzar la ruptura de las negociaciones?
No encuentro razones lógicas, porque el escollo fundamental que el PNV planteaba en la mesa de negociación estaba resuelto. En el fondo, a uno se le queda la sensación de que había pánico al acuerdo por parte del PNV. Cuando vieron que el acuerdo estaba ya prácticamente cerrado, de forma unilateral y un tanto brusca o fría en las formas se produce la ruptura unilateral de la negociación. De todas formas, no me parece prudente entrar en razones de fondo, porque no deja de ser un juicio de valor y tampoco quiero suscitar elementos que puedan todavía dificultar el clima de relación.
Algunas voces han apuntado a una supuesta pretensión del PNV de allanar el camino para el entendimiento con los socialistas.
Efectivamente, hay mucha gente que teme un cambio en el PNV y que puede estar poniendo las bases par aun giro estratégico, y en el pasado ya se han producido hechos de este tipo. Yo quiero pensar que no y me gustaría que no fuese así, porque desde los intereses generales del país sería algo muy negativo.
Entre otras razones, porque ese giro estratégico dejaría en muy mal lugar al «plan Ibarretxe».
Lo dejaría fuera de juego, porque ese cambio supondría una vuelta al pasado. Los problemas no se resuelven volviendo atrás, sino avanzando.
Otros hablan de un intento por parte del PNV de neutralizar a EA mermando su representación en una coalición o, si no, buscando su deterioro electoral dejando que vaya en solitario.
Hay gente que piensa que es el fruto de una cultura de prepotencia en determinados sectores del PNV, aunque no dejan de ser juicios de valor con más o menos fundamento. Pero si esas son las razones, están muy equivocados, porque nuestras bases sociales y electorales lo tienen muy claro. En el nacionalismo democrático hay un espacio político evidente de centro izquierda que siempre tendrá su reflejo electoral y político. Pretender reducirlo a un partido único es ir en contra de la propia realidad del país y del pluralismo político.
¿Ha detectado distintas actitudes dentro del PNV?
Mucha gente del PNV no entiende la postura de la dirección de cortar la aspiración de muchos ciudadanos de reeditar la coalición.
¿Qué papel ha jugado el lehendakari Ibarretxe en el transcurso de la negociación?
La ha seguido desde fuera, pero supongo que habrá hecho llegar a la dirección del PNV sus opiniones y su apuesta por la coalición, aunque no sé si ha tenido mucho éxito. También ha mantenido contactos con dirigentes de EA y consejeros de Gobierno. Pero, al final, Ibarretxe es del PNV y él tiene que ver si sus opiniones han sido tenidas en cuenta por su partido o no.
¿Qué sensación le queda tras no haberse logrado una coalición?
Una sensación de tristeza, desilusión y cierta desazón. La apuesta por liderar las instituciones vascas en favor de la superación del marco jurídico-político y un nuevo lugar de encuentro era importante. En aras a esta apuesta política de fondo, habíamos llegado a forzar nuestras propias voluntades y a que la coalición alcanzara un ámbito que con nuestra última oferta superaba el 90% de la población. Sobre mis espaldas pesa esa desilusión de muchos ciudadanos vascos que estaban esperando una respuesta.
¿Pero la negociación no ha sido también una pugna entre PNV y EA por el poder en los municipios?
Eusko Alkartasuna enfocaba la negociación en función de la apuesta política y no de la pugna de poder. Lo importante era la apuesta política de fondo y, para ello, la coalición debería reflejar la realidad institucional, política y social de los dos partidos. Cuando reclamábamos una presencia digna de EA en la coalición era para que ésta fuera reflejo de la propia sociedad vasca y para reforzar la apuesta política.
¿Cómo han seguido el proceso las bases de EA?
Con interés y expectativa. Ahora están también desilusionadas, con disgusto y desazón.
¿Cómo cree que responderá el electorado nacionalista ante esta decepción?
Después de los primeros momentos de decepción y enfado, espero que se entre a racionalizar la situación con espíritu positivo. Si esta situación no se puede reconducir, confío en que haya un compromiso por parte del electorado para reforzar a la fuerza política soberanista que más se identifique con su forma de pensar. Desde este punto de vista, el electorado tendrá que asumir la incomodidad de tener que elegir, sabiendo que esta elección va a servir para reforzar una apuesta política de fondo con el partido que más garantías le ofrezca de llevar adelante este apuesta por un nuevo marco político.
¿Esta apuesta soberanista de EA va a marcar un elemento diferencial respecto al PNV?
Ojalá el PNV también mantenga esa radicalidad abertzale que mantiene EA. De lo que estoy convencido es de que de la fuerza y de la representación institucional de EA va a depender en gran parte esa apuesta política de fondo y también, en cierta forma, la actitud y la práctica del PNV.
¿Las dos rupturas de las negociaciones que ha forzado ya el PNV dejan una herida abierta en EA?
Estas cosas siempre enrarecen el ambiente, pero, por lo que a EA respecta, siempre hemos sido personas dialogantes, con sentido constructivo, y sabemos superar los malestares que se puedan producir en momentos concretos en función de coyunturas o determinadas decisiones.
¿Pero puede haber un deterioro de la mutua confianza?
Cuando uno no encuentra explicación al porqué de las cosas, lógicamente se produce la desconfianza. Pero la vida misma tendrá que hacer que se vayan generando nuevas confianzas.
¿Afectará a las instituciones que PNV y EA gobiernan conjuntamente?
EA se ha caracterizado siempre por su lealtad con los compromisos y con los programas acordados con otras fuerzas políticas o con los propios ciudadanos en las urnas. Vamos a seguir siendo totalmente leales al programa de gobierno que pactamos primero con el PNV –y luego con EB-IU- y que comprometimos con la ciudadanía en las elecciones del 13-M.
¿Cree deseable llegar a algún tipo de compromiso pre-electoral con Aralar?
Ahora mismo ese tema no está encima de nuestra mesa.