GaleuscaTexto en castellano del artí­culo publicado en euskera en Berria el pasado 9 de agosto:

La polí­tica española, y por contagio demasiadas veces también la vasca, como en la pelí­cula famosa, parece atrapada en el tiempo. Quienes ahora niegan la realidad de sociedades diferenciadas como son la vasca, catalana y gallega, que reivindican su derecho a decidir su propio futuro,  muestran un desconocimiento de la historia que les condena a repetirla en sus errores.

Ya en el siglo XIX, cuando en Europa,  fruto del nuevo romanticismo, renacen con fuerza los sentimientos de identidad nacional que van conformando nuevos Estados o reformulando antiguos, surgen también en Cataluña, Euskal Herria y Galiza esos sentimientos de identidad nacional propia que a lo largo de los últimos más de ciento cincuenta años se han ido articulando polí­ticamente a la vez que reclamaban su derecho a constituirse también en Estado, al igual que sus homónimos europeos.

Desde el principio estos movimientos toparon con el añejo concepto imperial español y, de una forma u otra, se manifestó el conflicto polí­tico entre estas naciones y el nuevo Estado español que innovaba poco y era un remedo del viejo espí­ritu imperial castellano que como dice el prólogo de la gramática de Nebrija iba imponiendo el imperio de la mano de la imposición de la lengua.

Precisamente con el renacer del amor por la propia lengua y su defensa y promoción tanto en Galicia, como en Catalunya y Euskal Herria fueron tomando forma las reivindicaciones polí­ticas que, una vez y otra, topaban con la intransigencia del Estado.

De esa experiencia común surge el 11 de septiembre de 1923 el primer precedente de Galeusca que fue la Triple Alianza,  firmada por los representantes de los tres Paí­ses. Por parte de Catalunya firmaron en representación de Estat Catalí Â Francesc Macií , de Unió Catalanista Josep Riera i Puntí­ y Pere Manen e Artés, y de Acció Catalana Jaume Bofill i Mates y Antoni Rovira i Virgili. Por parte de Galicia, de las Irmandades da Fala  firmaron Alfredo Somoza y Federico Zamora, y por aprte de la Irmandade Nazonalista Galega firmó Vicente Risco. Y por parte Vasca firmaron Elí­as Gallastegi Gudari, José Domingo Arana, Manuel Egileor y Telesforo Uribe-Etxebarrí­a, en nombre del Partido Nacionalista Vasco sector Aberri, firmando con posterioridad Julen Arrien y Jesús Marí­a de Leizaola, en representación de Comunión Nacionalista Vasca.

La base de esta Triple Alianza era la reclamación de la plena soberaní­a polí­tica para los tres Paí­ses que se definí­an como nación, y la creación de un Consejo polí­tico para unir fuerzas y defender dichas reivindicaciones frente al Estado. Los diferentes avatares y alianzas polí­ticas de cada uno de los componentes durante la dictadura de Primo de Rivera, dieron al traste con la unidad de acción y se fue diluyendo este primer intento de Galeusca.

En 1933 vuelve a reactivarse esta actuación conjunta cuando el 2 de abril de 1933 Castelao se desplaza a Gernika para participa en un Mitin de ANV en el que también participa el representante de ERC, Riera i Punti. Con ocasión de este acto Castelao, Riera i Punti y Sabin Seijo en nombre de ANV, firman un manifiesto que dice: Identificados Vascos, Catalanes y Gallegos, ante el problema de liberación de nuestros respectivos pueblos, sellamos hoy bajo el árbol de Gernika el pacto de mutua solidaridad que ha de traernos la satisfacción de aquel anhelo. Con posterioridad se inician conversaciones con el PNV que unirí­a su firma en el llamado Pacto de Compostela o Galeusca el 25 de julio de 1933. La llegada de la guerra fomenta las relaciones en la adversidad entre PNV y ERC sobre todo, y se llega a un nuevo pacto en el exilio que, con el nombre de Galeuzca, se firma en Buenos Aires entre representantes de las fuerzas polí­ticas y de los respectivos Gobiernos en el exilio. Este pacto se ratifica de nuevo en Mexico el 22 de diciembre de 1944 por los representantes de la comunidad catalana de Méjico, del PNV, ELA-STV, Partido Galeguista, Estat Catalí , Acció Catalana, el Secretariado de Militantes de ERC, el Partit Socialista Catalí  y la Unió de Catalans Independents. Entre los objetivos del nuevo pacto figuraban combatir la dictadura franquista, reafirmar las identidades nacionales de los tres Paí­ses, defender sus derechos y trabajar por el restablecimiento de la República  a la vez que se oponí­an explí­citamente a la restauración de la monarquí­a.

Pero no tardaron en resurgir desavenencias y diferentes estrategias partidistas que en los siguientes años dejaron en una situación de inoperancia polí­tica al pacto. Solo en los ámbitos intelectuales y culturales permaneció el espí­ritu que se concretó en la edición en agosto de 1945 de la revista GALEUZCA de carácter mensual y que publicó doce números.
Es ya en los primeros años de la llamada transición cuando vuelve  surgir de nuevo la idea de unir fuerzas entre las tres naciones para hacer frente al Estado, aunque como en la época precedente, las diferentes estrategias pactistas en unos casos, cortoplacistas en otros y los giros hacia el autonomismo de otros, hacen que no haya una concreción práctica. Por eso no es hasta 1998 cuando el PNV y dos fuerzas surgidas de la llamada Transición, CiU y el BNG, vuelven a recuperar la alianza parcial con la Declaración de Barcelona, en demanda de un Estado plurinacional. Simultáneamente desde Eusko Alkartasuna y ERC se impulsa y suscribe posteriormente el Acuerdo de Iruña como una alternativa «práctica» a la Declaración de Barcelona que consideran teórica. Tras 13 años de colaboración polí­tica, ERC y EA vuelven a reiterar, el compromiso de incluir explí­citamente en sus respectivos programas electorales la exigencia de reconocimiento del derecho de autodeterminación para sus respectivos Paí­ses y la defensa de su «integridad territorial» a través de fórmulas «constitucionalmente respetuosas con la personalidad de cada territorio». Con posterioridad también el BNG, que choca en elementos ideológicos importantes con el pactismo de PNV y CIU -como fueron por ejemplo la posición ante la Constitución Europea o  la OTAN-, se unirí­a a la estrategia de EA y ERC.

En todos estos procesos alrededor de la idea de Galeuska ha estado presente una diferente concepción del ejercicio soberanista. En la mayorí­a de los casos PNV y CIU han optado por la ví­a pactista, que en la práctica era una posición autonomista más o menos amplia o ambiciosa, mientras que desde las otras fuerzas polí­ticas se ha primado la opción por la ví­a claramente independentista. En el fondo se confrontaban los que tení­an la esperanza de que la solución al conflicto polí­tico vendrí­a por la ví­a del pacto y acuerdo con el Estado, y los que escaldados por la experiencia histórica pensábamos que la solución vendrí­a por la unidad de acción de las fuerzas polí­ticas y movimientos sociales de cada Paí­s, con el fin de alcanzar una mayorí­a polí­tica y social que permitiese una confrontación democrática y pací­fica con el Estado para ejercer unilateralmente el derecho de autodeterminación.

Con la Declaración de Bonaval suscrita el 25 de julio por el Bloque Nacionalista Galego (BNG), las Candidaturas de Unitat Popular (CUP) y Euskal Herria Bildu (EH Bildu) como instrumentos polí­ticos al servicio de Galiza, Paí­ses Catalanes y Euskal Herria se vuelve a recuperar el espí­ritu inicial de Galeusca. En esta lí­nea los firmantes de esta Declaración reclamamos para nuestros pueblos el derecho a protagonizar, si así­ lo deciden nuestras respectivas ciudadaní­as, procesos constituyentes, o lo que es lo mismo procesos de recuperación de la soberaní­a y de profundización democrática que no estén subordinados a un proceso de similar naturaleza en el Estado. Junto con este planteamiento hay también, por primera vez un compromiso de impulsar un profundo cambio del modelo socioeconómico ultraliberal imperante, no sólo en nuestros respectivos Paí­ses sino también en el conjunto del actual Estado y de la Unión Europea.

Esta declaración tiene carácter abierto a otras fuerzas polí­ticas que como ERC han compartido con EA y BNG estos mismo principios y nos gustarí­a que también otras fuerzas polí­ticas y sociales de los tres Paí­ses se unan a esta plataforma que plante cara al Estado y logre mayorí­as polí­ticas y sociales para hacer efectivo el ejercicio de nuestro derecho a la soberaní­a y el impulso de un profundo cambio social en nuestros Paí­ses y en el conjunto de la Unión Europea. Hay un camino de esperanza para hacer efectiva esta nueva Galeusca en la que van unidos los procesos de liberación nacional y de cambio social.

Por Rafa

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