Las fiestas de Gasteiz en honor de la Virgen Blanca van llegando a su fin y, aunque este año por una serie de circunstancias no he disfrutado mucho de ellas, empiezo a tener una sensación de pena de que se acaben, a la vez que una cierta inquietud que siempre me surge cuando hay un viaje en perspectiva.

Durante una época, en estos dí­as solí­a estar volviendo de mis escapadas a Pirineos. Hace ahora diez años volví­a directamente a Zumaia, sin pasar siquiera por Gasteiz, para acudir a la capilla ardiente de Joxe Mari Korta que acababa de ser asesinado por ETA. Junto con los asesinatos de José Maria Portell, Fernando Buesa y Jorge Elorza fué un asesinato que me tocó muy de cerca, pues con todos ellos habí­a tenido una relación muy estrecha y directa. En concreto con Joxe Mari habí­a compartido relaciones profesionales, tení­a relación con hermanas y con uno de sus hermanos, y habí­a estado hablando con él justo antes de marcharme a Pirineos.

Esto no significa que el resto de los asesinatos no me hayan afectado -es triste tener que puntualizar esto, pero desgraciadamente no hay que dar nada por supuesto cuando hay personas que su deporte es retorcer las palabras dichas y las no dichas para dar carta de naturaleza al prejuicio que afirma que los abertzales hemos sido indiferentes, o tibios frente a los asesinatos-; es más hay otras personas con las que habí­a tenido menos relación o relación indirecta a través de familiares y amigos, como son el caso de Santi Brouard, Santi Oleaga, Eugenio Olaciregi, Francisco Javier Gómez Elósegui, Gregorio Ordoñez o José javier Mujica, entre otros, y cuyo asesinato también supuso para mi un impacto emocional importante, al igual que, por su especial crueldad, los secuestros y asesinatos posteriores de Jose Maria Ryan, el capitan de farmacia Martin Barrios y el Miguel Angel Blanco.

Con posterioridad estos dí­as han solido ser los del inicio de la escapada para perderme por el pirineo catalán y, casi siempre eran dí­as en los que la actualización de este blog quedaba en suspenso.

Después de muchas dudas sobre si este año me iba  a volver a escapar a la montaña -las repercusiones de la crisis económica  en el «ámbito micro-económico» tienen mucho que ver con estas dudas- creo que al final me voy a ir, eso si, con el propósito de cambiar la costumbre y aprovechar para actualizar el blog que, en los últimos meses, ha tenido muchos y prolongados silencios. Silencios fruto tanto de la falta de tiempo, a causa de los agobios de sacar adelante la empresa de comunicación que he puesto en marcha, como de la prudencia necesaria en momentos importantes y delicados para nuestro Pais.

Una vez acabadas las entrañables fiestas Gasteiztarras de La Blanca espero poder disfrutar de ese tiempo que no he tenido, y escribir  unos cuantos post dando mi punto de vista y mis reflexiones sobre estos momentos importantes, a la vez que salir al paso de otras opiniones y valoraciones que últimamente me «sublevan» por dentro. A ver si es verdad y dan para una serie que bien podrí­a titularse como este post «Propósitos en dí­as de transición».

Por Rafa

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