Justo cuando salía de casa, pasadas las 9 de la mañana una llamada de Joserra me comunicaba que acababa de fallecer Xabier; no me esperaba la noticia y me ha dejado conmocionado. A partir de ese momento, se han ido acumulando los recuerdos, las vivencias compartidas,….los buenos y malos momentos pasados juntos a lo largo de estos últimos veinte años. Todavía recuerdo cuando llegué al Parlamento y me integré en aquel grupo parlamentario de Eusko Alkartasuna liderado por el Lehendakari Garaikoetxea en el que encontré grandes maestros, entre los que se encontraba Xabier. Tuve el privilegio de aprender no sólo técnicas parlamentarias, análisis político y experiencia acumulada, sino sobre todo humanidad, además de contar con el don inmerecido de la amistad con personas que eran y que son excepcionales.
Desde aquel comienzo de 1990 he compartido con Xabier, presencia y profundas reflexiones políticas en ejecutivas nacionales así como numerosas e importantes negociaciones de formación de mayorías gubernamentales –a una de ellas corresponde la fotografía que acompaña estas líneas- y actuaciones en el ámbito institucional vasco. Pero lo más importante para mí ha sido poder gozar de su categoría humana y contemplar su amor al País -a Euskal Herria, a Euskadi. Amor, que se plasmaba en un compromiso militante que le llevó siempre a renunciar a su comodidad personal y profesional para servir a su patria en las instituciones, desempeñando puestos de responsabilidad como Consejero de varios Gobiernos Vascos en momentos que han sido fundamentales para nuestro pequeño y querido País.
Yo he sido testigo de cómo, mientras otras personas preferían la comodidad y la mayor retribución económica de la actividad privada, Xabier siempre respondió a la llamada del Lehendakari Garaikoetxea, y de quienes le han sucedido en la responsabilidad de dirigir el partido, renunciando a su legítima comodidad y volcándose con su trabajo y sus ideas en dar soluciones tanto a los grandes problemas, como el de la normalización política y la pacificación, como a los problemas diarios que afectan a cada persona como son la justicia, el trabajo, etc.
Su mente, su mano y su trabajo han estado detrás de la puesta en marcha del autogobierno vasco con el Estatuto de Gernika, así como en la Ley de Soberanía Vasca, elaborada junto con Carlos Garaikoetxea y Juan Porres, y que se constituyó en el soporte ideológico sobre el que se asentaron las bases políticas del nuevo Estatuto aprobado por el Parlamento Vasco en el año 2005.
Pero su compromiso y su entrega no era sólo en el ámbito político, también se volcó cuando le pidieron ayuda para renovar y reforzar el ámbito universitario al frente de la Facultad de Derecho de la Universidad de Deusto, o cuando desarrollaba una importante labor social en la fundación decana de su Baracaldo natal, o asumía el liderazgo del cluster de empresas de medio ambiente de Euskadi, o impulsaba una labor cultural y de seria reflexión política desde la presidencia de la Fundación Alkartasuna.
En medio de toda esta avalancha de recuerdos yo me quedo con el Xabier más excepcional: el “pater familiae†que diría él, volcado con su mujer, sus hijos y el resto de su querida familia, el profesor volcado en la transmisión de sabiduría a todas las generaciones que han pasado por sus clases, el amigo que te recogía, animaba y rompía la tensión con su fino sentido del humor.
En medio de la desolación de la noticia, los que compartimos con Xabier su visión trascendente de la vida, sus profundas convicciones cristianas –creo que de ahí sacaba la fuerza que le hacía ser excepcional- tenemos el consuelo de que ahora él, de otra forma más eficaz todavía, nos va a seguir ayudando, apoyando. Por eso acabo estas líneas como he empezado, no con un agur, sino con un gero arte que cierra estas emocionadas líneas en su honor.