íšltimamente he tenido la oportunidad de escuchar, a mi abogado de cabecera originario de Oxford, interesantes reflexiones sobre las preocupantes consecuencias que, desde el punto de vista progresista, trae consigo el positivismo jurídico. Hoy me ha hecho llegar un poema, del recientemente fallecido Mario Benedetti, con la sugerencia de aplicarlo a las declaraciones de la ministra española Bibiana Aído acerca de cuando se comienza a ser -valga la redundancia- un ser humano.
Según iba leyendo el poema, titulado “Certificado de existencia†iba esbozando una sonrisa ante el absurdo que tan bien describe Benedetti, especialista en provocar en el lector la sonrisa junto a la reflexión. Me imaginaba a un Parlamento aprobando una Ley que dijese que Bibiana Aído no existía……….pero mejor os invito a leer el poema y luego seguimos hablando
CERTIFICADO DE EXISTENCIA
Dijo el fulano presuntuoso /
hoy en el consulado
obtuve el habitual
certificado de existencia
consta aquí que estoy vivo
de manera que basta de calumnias
este papel soberbio / irrefutable
atestigua que existo
si me enfrento al espejo
y mi rostro no está
aguantaré sereno
despejado
¿no llevo acaso en la cartera
mi recién adquirido
mi flamante
certificado de existencia?
Vivir / después de todo
no es tan fundamental
lo importante es que alguien
debidamente autorizado
certifique que uno
probadamente existe
cuando abro el diario y leo
mi propia necrológica
me apena que no sepan
que estoy en condiciones
de mostrar dondequiera
y a quien sea
un vigente prolijo y minucioso
certificado de existencia
existo
luego pienso
¿cuántos zutanos andan por la calle
creyendo que están vivos
cuando en rigor carecen del genuino
irremplazable
soberano
certificado de existencia?
Mario Benedetti en Inventario Dos (Poesía 1986-1991) editorial Visor Libros
…..como decía antes, por mucho que un Parlamento legislase negando la evidencia, la ministra Aído seguiría existiendo. Alguién podría afirmar que estoy planteando un absurdo que no se da en la realidad. Pues no, desgraciadamente no es un absurdo; hoy en día se esta imponiendo un radical positivismo jurídico que prima la ley sobre la realidad, sobre todo a la hora de abordar derechos fundamentales, derechos humanos, cuya existencia no puede estar al arbitrio de la voluntad del legislador en función de las relaciones de poder. Cuando el derecho sólo reconoce como fuente de verdad las relaciones de poder, se acaba pervirtiendo la democracia pues se impone el derecho de los poderosos, de la fuerza en detrimento del derecho a la igualdad de oportunidades de la mayoría de la ciudadanía, que son los que no tienen voz, los que no tienen poder económico, los que su única riqueza es su ser, su existencia.
En los últimos años hemos tenido unos cuantos ejemplos de esta perversión «iuspositivista» que atenta contra valores democráticos fundamentales como la libertad de prensa (cierres de periódicos como Egunkaria o Egin), libertad de asociación y participación política (ilegalizaciones de partidos). Ahora, cuando nos encontramos con un gobierno que quiere decidir cuando alguien es un ser humano, y por tanto cuando tiene derecho a la vida, creo que como mínimo habría que pedir a ese gobierno que no frivolice con un tema tan serio. Somos muchos los que desde posiciones de izquierdas no entendemos -como señala Joaquín Leguina- «Â¿que interés tienen los dirigentes del nuevo socialismo en complicar las cosas, metiéndose en jardines científicos y en complejos recovecos morales que afectan a lo más íntimo de las conciencias?»
Ante la «boutade» de la ministra Aído creo que lo mejor es la respuesta del prestigioso investigador Juan Sabater Tobella: «Le contesto desde un punto de vista laico: sobre lo que dice esta señora de que a las trece semanas es un ser, pero no es un ser humano, aquí podríamos estar jugando con palabras y filosofía toda la vida, y no nos pondríamos de acuerdo. Basta solamente ver una ecografía para darse cuenta de que ese ser, a las trece semanas, tiene cara, nariz, sexo, se chupa el dedo, se mueve, es por tanto un ser humano en desarrollo, no finalizado porque la finalización es cuando nace».
Y ante la frivolidad y oportunismo político del PSOE, obsesionado porque no se hable ni de la crisis, ni -sobre todo- de como se da respuesta a las necesidades y derechos de los trabajadores, me apunto a la reflexione de Joaquín Leguina en su blog en el que, sobre este tema, concluye: «los sempiternos asesores electorales buscan provocar que los obispos salgan a las calles asustando al personal y metan en las urnas un millón de votos socialistas, tal como hicieron en marzo del año pasado… y si eso es así, pues –qué quieren que les diga- yo no estoy de acuerdo con tanto oportunismo… y menos a propósito de un asunto tan delicado como éste».