Hace treinta años tuve mi primera experiencia directa de un asesinato de ETA a una persona que conocí­a, que trataba, que apreciaba; era Jose Marí­a Portell. Me dejó una huella profunda y, aquella sensación de dolor, de impotencia, creo que fué un empujón definitivo para mi compromiso antimilitarista y militancia pacifista. Desde aquella capilla ardiente, en la sede de la asociación de la prensa en la calle Ledesma de Bilbao, han pasado muchas otras capillas ardientes, concentraciones, minutos de silencio, funerales, acuerdos institucionales, manifestaciones,……. y sin embargo, gracias a Dios sigo sin acostumbrarme.

Hace un par de horas escasas que he llegado a casa desde Azpeitia y no se me va de la cabeza el llanto desgarrador, el dolor inconsolable de uno de los cuñados de Ignacio con el que he coincidido en el Ayuntamiento de Azpeitia; he vuelto a compartir ese dolor, esa congoja y esa impotencia ante la sinrazón, ese no saber que decir para consolar, solo poder estrechar la mano, abrazar. Todaví­a permanece la sensación del abrazo, con ella he vuelto en el coche mientras volví­a a sentir ese desasosiego que experimento en ocasiones similares al pensar que por un lado la vida sigue, por otro comenzarán las «repetitivas liturgias» de condenas, manifestaciones, desfile de polí­ticos y medios de comunicación, minutos de silencio….

He vuelto oyendo la radio que pasaba de las noticias sobre la tragedia de este asesinato a la programación normal y era algo que me dolí­a pues -siempre me pasa igual- me parece tremendamente injusto que todo siga con «normalidad» cuando hay una familia con esa tragedia; he agradecido que al comenzar los deportes el locutor se haya excusado de que en esas circunstancias tení­a que hablar de las noticias deportivas, pero he apagado la radio y he puesto música clásica que ayuda a pensar, reflexionar, rezar.

Quizás a alguien todo esto le parezca polí­ticamente incorrecto o fuera de lugar, unas lí­neas inconexas,… pero ahora es lo que siento; he pensado si escribir en el blog o no, si hacer consideraciones polí­ticas o contar lo que siento ahora mismo,….. y he dudado, pero al final me he decidido a escribir lo que siento y a dejar las consideraciones polí­ticas para mañana o pasado. Ahora todaví­a escucho dentro de mi el llanto de un hombre desecho por el dolor y me resisto a mezclarlo con ese otro tipo de consideraciones.

Por Rafa

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