Hoy me he encontrado con un llamamiento del europarlamentario Marco Panella en favor de la «Moratoria de la Pena de Muerte también para Tareq Aziz«. Yo también quiero unir mi voz a ese llamamiento que es coherente además con la «Moratoria Universal de la Pena de Muerte», aprobada por la Asamblea General de la ONU el 18 de diciembre de 2007 y también aplaudida por el Papa en su anual discurso ante el cuerpo diplomático de 176 países sobre el estado del planeta el último 7 de enero.
Siempre he defendido que en materia de Derechos Humanos no caben excepciones y menos todavía cuando se trata del derecho a la vida, así como que la pena de muerte es siempre inadmisible. Desde el rechazo total a todas las barbaridades del régimen de Sadam Hussein reivindico el derecho a que no se sustituya la justicia por la venganza reemplazando el desprecio a la vida humana de aquel régimen por esa otra forma de desprecio que está detrás de la Pena de Muerte. Por eso me uno a este llamamiento y quiero contribuir a su difusión. Puedes leerlo a continuación.
Llamamiento
En este momento, en Iraq, está en curso un proceso-farsa que, muy probablemente, llevará a la condena a muerte de Tareq Aziz, número 2 del régimen criminal guiado durante decenios por Saddam Hussein.
A Tareq Aziz, cristiano caldeo, se le ha negado toda garantía de procedimiento. Se ha quedado sin defensa, después que su abogado haya abandonado el país por miedo a ser asesinado, cosa que ocurrió con el abogado defensor de Saddam Hussein. Incluso se le ha prohibido a Tareq Aziz ser defendido por abogados extranjeros que habían pedido asistirle.
Siguiendo la extraordinaria iniciativa noviolenta, parlamentaria, institucional y de opinión pública que ha llevado a la aprobación de la «Moratoria Universal de la Pena de Muerte» por la Asamblea General de la ONU el 18 de diciembre de 2007, y, conformemente a este resultado histórico, considerable tanto desde el punto de vista humano como político, hoy afirmamos y pedimos: «Moratoria de la Pena de Muerte también para Tareq Aziz».
No se trata de un simple acto humanitario, sino de un objetivo político preciso, concreto y puntual: la defensa del Estado de Derecho y de la verdad, de la legalidad y de la justicia en Iraq. Evitar la condena a muerte y la ejecución de Tareq Aziz, que -lo repetimos- arriesgamos que se produzca sin que tenga lugar un proceso digno de ese nombre, puede representar una ruptura de continuidad respecto a los métodos y prácticas corrientes en los tiempos de Saddam, además de asegurar verdad y justicia para todas las víctimas de su régimen, no sólo para aquellas por las que Aziz es hoy en justicia procesado.