prisao_maizumpomonte-thumb.jpgEstos dí­as hemos tenido noticia de otra muerte en prisión, una mujer internada en la prisión de Langraiz aparecí­a muerta en su celda el pasado dí­a 23.

Normalmente no hablamos de la mayorí­a de las personas presas; esas personas condenadas por los llamados delitos comunes son las grandes ignoradas, las ocultadas de nuestra sociedad. Sus muertes pasan desapercibidas, casi nadie pregunta por ellas, casi nadie se ocupa de ellas. En estas fechas tan entrañables, tan familiares, tengo la sensación de que resultan todaví­a más molestas y por eso estan todaví­a menos presentes.

Yo quiero hoy traerlas a nuestro recuerdo, abrir una reflexión sobre la sociedad que estamos construyendo y, sobre todo, sobre las personas que estamos dejando al margen de esa construción. Estamos construyendo un Paí­s que gira de forma mayoritaria alrededor del bienestar, que hace alarde de una sociedad satisfecha que tranquiliza su conciencia con grandes movidas en favor de la soldidaridad con el llamado tercer mundo, y que se olvida de ese cuarto mundo que tenemos escondido, marginado, en nuestra propia tierra, en nuestra propia ciudad.

Ahora que se habla tanto -para bien y para mal- de otros presos y presas, de los condenados por delitos de convicción; ahora que se reivindica sus derechos y el de sus familias, quiero abrir este espacio a la reivindicación de los derechos del resto, de los condenados por los llamados delitos comunes.

Una sociedad avanzada, moderna, no puede seguir con polí­ticas penitenciarias y estructuras carcelarias propias del siglo XIX. No podemos obviar el análisis de la raiz de esos delitos cometidos si queremos ir a la raiz del problema y conseguir que no haya personas en la cárcel.

No podemos seguir con un sistema penitenciario que en la práctica se sustenta en el principio punitivo, de venganza social, en vez de sustentarse en el principio resocializador, reinsertador de esas personas en la sociedad.

No podemos continuar con una concepción y diseño de los centros penitenciarios como almacen de desechos de la sociedad en vez de centros con dimensión humana destinados a personas que, además de que deben ser tratadas como tales, deben poder estar cuanto antes en disposición de reintegrarse a la sociedad para aportar al bien común.

El centro penitenciario de Nanclares o Langraiz, especialmente el módulo destinado a las mujeres, esta materialmente muy mal, no respeta ni la dignidad de las personas que estan internas, ni facilita el trabajo y la labor de los funcionarios. Es preciso un nuevo centro penitenciario, pero con una nueva concepción de la polí­tica penitenciaria que tenga en cuenta la individualidad y circunstancias de cada persona interna, no un macrocentro que perpetue la actual concepción del sistema penitenciario como almacen, ganbara social, en el que esconder lo que nuestra sociedad satisfecha no quiere ver.

Morir en prisión es duro y en épocas navideñas mucho más, por eso en Navidad también tenemos que pensar en esas personas que no pueden disfrutar de la sociedad satisfecha de la que disfrutamos la mayorí­a. Y tiene que ser un pensar operativo que nos lleve a hacer todo lo que esté en nuestra mano para que cuanto antes puedan estar con nosotros siendo parte de nuestra sociedad.

Por Rafa

4 comentarios en «MORIR EN PRISIí“N Y EN NAVIDAD»
  1. Ni en la española, ni en la francesa,ni…., mi duda es si lograremos hacer aqui una polí­tica diferente. Me temo que una vez que acabe el tema de ETA y haya una salida para sus presos, aqui nadie se va a acordar de la gente que está en prisión.

  2. Efectivamente ashet, la reinserción no es posible con la polí­tica penitenciaria española. Por eso siempre he reclamado que la única forma de romper ese modelo es transferir los medios materiales y humanos al Gobierno Vasco para que ejerza su competencia y ponga en marcha un modelo penitenciario diferente.

    En materia de menores infractores que es donde el Gobierno Vasco ejerce la competencia, el departamento de Justicia que dirige EA, a través de Joseba Azkarraga, está desarrollando una polí­tica diferente y mucho más eficaz.

  3. Bueno Iker, no seas tan pesimista. Creo que aqui si esposible hacer algo diferente; de hecho, como le decia a ashet un poco mas arriba, lo estamos haciendo en el caso de los menores infractores.

    Tienes razón cuando señalas que aqui sólo se habla de algunos presos, aunque tambien es cierto que no todo el mundo habla sólo de los presos de ETA. Si navegas por lapágina web del Parlamento verás que en las intervenciones de EA en la cámara vasca siempre subrayamos que no hay que olvidarse de los llamados presos comunes.

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