Hoy cuando ojeaba los titulares de prensa que había recibido por mail, me ha llamado la atención uno de «El Periódico» de Barcelona: Santa Reconciliación. He «pinchado» el link y he aparecido ante un artículo de Arturo San Agustín. He comenzado a leerlo y me he quedado enganchado del artículo y de los recuerdos. Mientras lo leía me acordaba de mi padre recluido también en el campo de concentración francés de Argeles, de donde pasaría con otros aviadores de la República al también francés campo de Gurs, volver a cruzar la frontera y, después de recibir una paliza y de que le quitasen su chamarra de aviador, internado en el campo de concentración de la Playa de la Magdalena de Santander, consejo de guerra, áfrica,…..y vuelta a empezar la vida en Gasteiz diez años después. Y toda esta historia conocida por mi ya mayor está unida a la obsesión de mi padre y de mi madre, y de muchos como mi padre y mi madre, porque esa historia, en la que injusticia y odio se mezclaban, no generase ni odio ni rencor en sus hijos y nietos.
Fueron capaces de perdonar, aunque nadie les pidió perdón y nos enseñaron a respetar a los demás, a amar la libertad que consistía en defender la libertad de los demás, a no hacer acepción de personas y a comprender a los demás, que es algo más que tolerar.
Y como señala Agustín en su artículo ese compromiso con un futuro en paz se produjo en familias que sufrieron la injusticia en un lado y en otro de aquella guerra fratricida. Por eso yo también me sumo a la reivindicación de esa memoria histórica que no busca revanchas, que no quiere herir ni reabrir heridas, que simplemente quiere recordar tantos comportamientos heroicos, porque heroico es perdonar aunque no te pidan perdón, que nos sirvan de ejemplo y de hoja de ruta para construir un mundo mejor, mas humano en el que el odio no tenga cabida.
Si bien es cierto que el perdón está unido a las raíces cristianas de nuestra cultura, no es menos cierto que exige un acto de voluntad actual para vencer ese sentimiento -también tan humano- de odio y de sed de venganza ante el sufrimiento de la injusticia. Por eso el comportamiento heroico de tantas familias debe ser recordado.
Recuperar esa memoria histórica es reparar la injusticia y poner en valor ejemplos de vida que nos ayudaran a ser agentes activos en la construcción de un mundo mejor.
Es bueno el artículo. ¿No crees que cuando por aquí hablamos de las víctimas del terrorismo también tendríamso que hablar más de reconciliación?