Repasando hemerotecas pasadas, me he encontrado en La Vanguardia del pasado 26 de enero con este artí­culo de Manuel Castells, que creo realiza un análisis muy interesante del «problema español» -que sufrimos especialmente en Catalunya, Euskal Herria y Galiza-, plantea una certera apuesta por la solución de dicho problema en base al respeto a la pluralidad nacional y cultural, y deposita esa responsabilidad en las personas. A continuación podéis leerlo í­ntegro. Me gustarí­a contar con los comentarios y reflexiones que os suscite el texto de Manuel Castells.

Inventar naciones

Por si algo nos faltaba, ahora hay polí­ticos que se ponen a teorizar. Teóricos del calibre de Bono o Aznar (funcionalmente equivalentes en este tema) nos revelan que las naciones son un invento. A la respuesta obvia de «la suya también» (o sea, su indivisible madre patria), Aznar contesta en fundamentalista coherente: la mí­a no, porque es la verdadera. Así­ lo entendemos mejor. Hay unas naciones que no son inventos porque son verdaderas y otras de mentirijillas, inventadas para medrar. ¿Y cómo se nota cuál es cuál? Fácil: yo tengo ejército y el artí­culo 8 de la Constitución y tú no. O sea que, remedando a Mao, la nación está en la punta del fusil. Puestos así­, es lógico que alguna gente se enfade y vaya a acabar Dios sabe dónde. Pero siendo civilizados y, aún más importante, prudentes, podrí­amos examinar algo más seriamente el estado de la cuestión. De la cuestión nacional, como se decí­a en tiempos preautonómicos.Porque en tono más sesudo hay muchos intelectuales orgánicos e inorgánicos que comulgan con el bono-aznarismo. Y además todos citan al pobre Benedict Anderson, que no decí­a eso, porque lo han leí­do mal y aún han traducido peor el tí­tulo de su libro Imagined communities:no son imaginarias en inglés, sino imaginadas. Es decir, construidas a partir de imágenes, de narrativas, de metáforas, de signos y significantes. Como toda construcción humana, porque todo es construcción mental realizada con materiales culturales resultantes de compartir historia y geografí­a. En ese sentido, toda organización social es inventada, o sea, construida culturalmente.Por tanto, la verdadera cuestión es cómo se construye una forma de organización social y cultural que se autodenomina nación. Si queremos decir que lo que existe son estados naciones y lo demás no son ni estados ni naciones, entonces es fácil. Quien gana en la historia define una frontera, se proclama soberano y se convierte en nación. Pero para eso no necesitamos hablar de nación, basta con hablar de Estado. Y resulta que la historia, incluida la reciente, muestra que no es tan sencillo. ¿O sea, que antes Croacia no era nación y ahora sí­ lo es? ¿O Yugoslavia era nación y ahora se llama Serbia? ¿Y Finlandia se hizo la sueca antes de hacerse mayor a los acordes de Sibelius? ¿Y qué pasa con Quebec y el constante intento de Canadá de acomodar la binacionalidad del paí­s? ¿Y Escocia, con un gobierno independentista tranquilo que propone un divorcio a la inglesa, sin romper el Estado británico? ¿Y las innumerables naciones que surgen, se funden y se deshacen en un mundo en cambio según como vayan los movimientos sociales y las estrategias geopolí­ticas? ¿Transmutan su esencia siguiendo la coyuntura? Cualquier observación desapasionada muestra que, en la época moderna, hay naciones, hay estados y distintas formas de relación entre los dos: naciones sin Estado, estados nación, estados multinacionales y estados nación imperiales que integran diversas naciones por la fuerza.

España pertenece a esta última categorí­a, pero como el imperio duró bastante y las ruinas imperiales mucho más se fue creando una interculturalidad que determina una nación española con elementos de fusión de otras culturas nacionales, así­ como formaciones nacionales que también están indisolublemente ligadas a componentes de españolidad. El hecho de que estas caracterí­sticas nacionales propias persistieran durante siglos a pesar de distintos niveles y formas de represión remite a las raí­ces de la nación, o sea, al hecho de compartir una cultura, una lengua, un territorio y, sobre todo, una historia. No cualquier colectividad territorial se constituye como nación, porque la identidad colectiva se forma compartiendo materialmente en la práctica cotidiana muchos elementos comunes y distintos de otras colectividades durante un largo periodo. ¿Cuándo se tiende a reafirmar la comunidad nacional, suscitando una identidad de resistencia? En dos situaciones.

Una, la dominación sofocante de una nación sobre otra, por ejemplo de España sobre Catalunya y Euskadi durante el franquismo, sin ir más lejos. Y, segundo, en momentos de inseguridad cultural nacional tanto de unas naciones como de otras . Este es uno de esos momentos, porque tanto el Estado como la sociedad nacional están siendo transformados por el proceso de globalización. El Estado porque pierde control sobre los flujos globales de poder y riqueza y transfiere soberaní­a a instituciones supranacionales como la Unión Europea. La sociedad nacional porque la inmigración y la globalización de la cultura operan un mestizaje que hace difí­cil reconocerse como comunidad cultural sin reafirmar cada dí­a los signos de esa comunidad, por ejemplo la lengua. En estos momentos, tanto España como Catalunya, como Euskadi y como Galicia, intentan mantener su identidad colectiva reafirmando culturas, historias y lenguas propias. Y para hacer esto lo más fácil es diferenciarse del vecino inmediato o negar el derecho a la diferencia porque tú mandas en tu casa. Ahí­ surge la dificultad, porque no hay vuelta atrás en el mestizaje histórico. La realidad española es una realidad plurinacional, pero además crecientemente multicultural. Y el Estado español es un ente global en su proyecto y uninacional en su nostalgia histórica. El problema es que un Estado sólo es estable cuando se construye sobre la realidad de su sociedad, que en el caso de España es plurinacional y multicultural. Con qué fórmulas se llega a esa estabilidad en cada momento, más allá de la coyuntura excepcional de 1978, con una pistola apuntando a la cabeza (el disparo salió desviado en 1981), es importante pero no decisivo. Lo que sí­ serí­a decisivo es el empecinamiento en definir España como una, grande y libre, cuando hace muy poco que es libre, hace tiempo que dejó de ser grande y sólo puede ser una en su pluralidad. Ignorar ese hecho fundamental de nuestra realidad es convocar de nuevo al aquelarre de espectros que atormentaron nuestra historia. Porque no está escrito que en el siglo XXI no pueda producirse la restauración del nacionalcatolicismo y sus secuelas tiránicas. Los contextos sólo importan hasta cierto punto. Son las personas las que hacen su propia historia. Y las malas personas también.

Manuel Castells

Por Rafa

11 comentarios en ««Inventar naciones»»
  1. Menudo rollo de artí­culo. Venga a darle vueltas al asunto de la identidad, nación, lengua teritorio… ¿Cuándo vais a dejar de dar la pelmada al mundo?

  2. Para mi es ilustrativo la reflexión de Castells sobre todo si tenemos en cuenta su curriculum y sus publicaciones sobre la globalización y el papel de las nuevas tecnologí­as.
    Yo me apunto a esa visión universal sin olvidarse de lo local, que respeta al otro y a las otras identidades, que renuncia a imponer la suya.

  3. Muy interesante este artí­culo de Castells.
    Dí­game por favor que deberí­a hacer concretamente ahora el gobierno central para favorecer la nacionalidad vasca.

  4. Ieuup,

    Vaya ladrillo el del amigo Manolo Castells.

    Con semejante Curriculum imagino que andará bien de cartera y por eso se puede permitir perder el tiempo dando vueltas a estas historias.

    En vez de eliminar fronteras queréis crear más más muros y lí­mites. ¿Cuál es el problema? ¿Cultural? A dí­a de hoy la única discriminación que veo por aquí­ es la discriminación positiva hacia el Euskera y la cultura vasca. Luego, si esto está protegido… ¿para qué tanto martilleo con lo de la identidad nacional? Mucho Curriculum, pero no nos damos cuenta de esto…

    Ritter, tranquilo que soluciones no te darán, eso significarí­a tener que dejar de vivir del cuento (del conflicto, vamos).

    Rafa, pienso que tenéis una peligrosa agenda oculta: forraros a costa de nosotros, vuestros peones. Menos poltrona y más trabajar, creo que hay temas suficientemente graves como para que empecéis a moveros.

    Ya me contarás qué tal la farra por Edimburgo.

    Un abrazo,

    Mark

  5. Mira Fred, creo que no se trata de favorecer, sino de reconocer la nacionalidad vasca: reconocer y admitir que hay pluralidad de identidades nacionales -también dentro de la sociedad vasca- y que todas tiene derecho a ser reconocidas y admitidas. Los problemas surgen cuando se quiere imponer una nacionalidad a machamartillo, bien sea ésta la española, la vasca, la inglesa, la alemana, la francesa,….

  6. En cuanto a las reflexiones de Markel tengo que decir que yo no quiero crear mas fronteras; precisamente una de las razones por las que yo voté en contra de la llamada constitución europea era porque propugnaba una Europa con fronteras internas que algunos además declaraban inamovibles.

    Como decí­a Manuel Irujo yo no quiero poner fronteras en el Ebro, simplemente quiero quitar las del Bidasoa.

    Aspiro a poder vivir en una Europa unida, sin fronteras, en la que se me reconozca como vasco en igualdad de condiciones que el resto de los Pueblos o Naciones que la forman.

    El único martilleo de identidad nacional impositiva, excluyente, que niega el derecho a la existencia de otras identidades es el que surge de los diferentes ámbitos españoles.

    En cuanto a la agenda oculta, solo te digo que la mayorí­a de los polí­ticos, con independencia del partido al que pertenezcan, trabajan y mucho para buscar soluciones a los probelmas diarios de la gente.

    Cuando quieras te cambio tu número de horas de trabajo en cómputo anual, mensual o semanal -como quieras-, por el mí­o.

    Y en cuanto a lo de Edimburgo, en esta página se recoge parte de las reuniones que mantuvimos; y te aseguro que ya me hubiese gustado haber podido tener la oportunidad de hacer un hueco para la farra.

  7. pero por que hay tanto problema en que si un pueblo quiere ser independiente que lo sea? Estoy totalmente de acuerdo con Rafa en lo de unir la frontera del Bidasoa. Creo que en el tema del trabajo de los polí­ticos no se puede generalizar. Habrá de todo como en todos los trabajos.

  8. Oiga Rafael: Su contestación no me aclara nada. ¿Que significa reconocer la nacionalidad vasca, concretamente? ¿Qué cambios llevarí­a consigo ese reconocimiento?

  9. Rafa,

    Por mi parte OK desde ahora a cambiarnos las horas de trabajo. De paso, aprovechamos y nos intercambiamos el sueldo también. En cualquier caso, te anticipo: te va a tocar moverte un poquito. También te aviso que es probable que con la reducción de tu jornal el conflicto puede dejar de ser una prioridad en tu devenir vital.

    Te lanzo un reto: dime una sola acción PRíCTICA que hayas llevado a cabo durante el 2007 y que haya beneficiado en algo a los contribuyentes.

    Espero ansioso tu artí­culo KOSOVO = EUSKADI.

    También te agradecerí­a que nos aclararas a todos qué significa «reconocer y admitir que hay pluralidad de identidades nacionales». ¿Cómo se hace eso en la práctica?

    A la espera de mi aumento de sueldo y reducción de horas de trabajo, cordialmente,

    Mark

  10. Mira Fred, hazte la pregunta por pasiva: ¿que significa reconocer la nacionalidad española?

    Pues eso mismo quiero yo: que tener la nacionalidad vasca tenga los mismos efectos que tener la nacionalidad española.

    Cambios? Uno fundamental que el que quiera ser vasco español que lo sea -aqui poco cambio hay pues esto ya es una realidad- y que a los que queramos ser sólo vascos no se nos obligue a ser españoles.

    Y que todos -unos y otros- tengamos los mismos derechos civiles y polí­ticos.

  11. Bueno Mark,

    no sabes donde te has metido con el cambio de las horas de trabajo (hoy he salido más tarde de lo acostumbrado de casa -a las 8,45h.- y he vuelto hace no mucho rato -a las 23,10h.- y no he estado haciendo turismo).

    Si quieres te invito -como en ciertos programas de televisión americanos- a compartir un dí­a normal de trabajo conmigo para que no te lleves luego ningún susto a la hora de hacer el cambio.

    Y en lo de moverme, dificil moverme más de lo que ya me muevo ahora; mi coche -el mí­o, no el oficial- se traga 35.000 -si treinta y cinco mil- kilómetros al año.

    En cuanto al sueldo, ningún problema por mi parte pues yo no necesito mucho para vivir; sólo habrí­a un efecto no deseado y es que quizás algunas causas sociales dispondrí­an de menos medios.

    Y la resolución del conflicto -con la desaparición de todas las injusticias y tragedias que llevarí­a consigo- te aseguro que seguirá siendo una prioridad para mi.

    Fácil reto el que planteas de una sola acción práctica en 2007 que haya beneficiado en algo a los contribuyentes. Si compartes un dí­a conmigo tendrás bastantes posibilidades de ver varias en un dí­a: desde resolución de problemas de asistencia sanitaria, de consecución de ayudas familiares, resolución de problemas medio-ambientales, temas relacionados con reparación de las injusticias de la Justicia, reinserción social de personas con problemas, etc.

    Y todo esto sin contar con las leyes aprobadas. Aqui te adelanto que publicaré una estadí­stica con todos los temas tratados en mis intervenciones en el Parlamento, en lo que va de legislatura: verás que sorpresa te llevas al comprobar el procentaje de temas metapolí­ticos en comparación con temas concretos que responden a preocupaciones inmediatas de la gente.

    Espera mejor otro artí­culo más real: Quebec-Escocia-Gales-Flandes=EUSKADI=EUSKAL HERRIA

    Y en lo de la pluralidad de identidades nacionales tienes la respuesta en el comentario anterior.

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