Esta semana hemos aprobado en la Comisión de Derechos Humanos el dictamen de la ponencia sobre la Ley Vasca de Víctimas del Terrorismo. Durante un par de meses hemos tenido un intenso debate, diálogo y negociación en el que todas los grupos parlamentarios que hemos participado hemos hecho un esfuerzo importante sabiendo ceder para buscar acuerdos entre todos. Espero que al final la ley pueda salir aprobada sin ningún voto en contra, porque creo sinceramente que es una buena Ley que da respuesta clara a las necesidades de las víctimas del terrorismo, tanto desde el punto de vista material como moral.
A lo largo de todos los debates ha habido dos cuestiones que han suscitado primero controversia y luego acercamiento de posturas y acuerdo final en el contenido del concepto. La primera de ellas era sobre la expresión «significado político de las víctimas» que podía tener un sentido equívoco estableciendo el centro de atención en las víctimas pertenecientes a partidos políticos y olvidándose del resto de las víctimas que además cuantitativamente son la mayoría. Como suele pasar en estos casos, después de un amplio debate hemos constatado que hablábamos todos de lo mismo y a partir de ese momento el contenido del concepto era claro: significación política de las víctimas significa que han sido asesinadas o han visto vulnerados sus derechos en base al desprecio de ETA a la voluntad del Pueblo Vasco y a las reglas propias de un sistema democrático.
La segunda se refería a la intención de introducir el concepto de que la sociedad vasca, el Pueblo Vasco, recuperaba su dignidad con esta Ley. Desde el principio me opuse a este concepto porque no es cierto y, además, es una tremenda injusticia con muchísimas personas que a lo largo de los años no se han olvidado de las víctimas y han estado cercanas a las familias que han sufrido el azote de la violencia del terrorismo.
Como estamos en una sociedad mediática en la que la avalancha de información y las nuevas tecnologías nos empujan hacia el futuro haciéndonos olvidar el pasado he querido recuperar una foto en blanco y negro -la foto en color todavía no había llegado a los medios de comunicación- de octubre de 1983 en la que aprecen el Lehendakari Garaikoetxea con la madre del capitán de farmacia secuestrado y asesinado por ETA, Alberto Martín Barrios. Esta foto es una muestra clara de que en los años más duros – en cuatro años hubo más de trescientos asesinatos- las instituciones vascas con el Lehendakari a la cabeza impulsaron y estuvieron al frente de la respuesta ciudadana frente a los atentados de ETA; y es una muestra clara también de que hubo personas que, como el Lehendakari Garaikoetxea, estuvieron próximas a las víctimas, acompañándolas en esos momentos trágicos y también con posterioridad. Y, esta vez gracias a las nuevas tecnologías, también puedo traer aquí la carta titulada «20 años sin Patxi» que este viernes pasado, como en los diecinueve años anteriores, han publicado el alderdikide y amigo Mikel Larrañaga junto con otras siete personas de Elgoibar para mantener la memoria, y homenajear al amigo intachable y entrañable. Es otra muestra más, como otras muchas, de que la sociedad vasca nunca perdió la dignidad frente a la sinrazón de la violencia, del terrorismo.
Y finalmente también quiero referirme a la nota de prensa de la AVT emitida como consecuencia del último debate en la Comisión de Derechos Humanos. Siempre ha sido norma de conducta tanto mía como de Eusko Alkartasuna no polemizar con las víctimas del terrorismo o con sus asociaciones, aunque sus afirmaciones puedan ser injustas como lo son en este caso. Yo voy a hacer llegar de forma privada tanto a la AVT como a las Asociaciones Autonómicas de Víctimas, que son las que agrupan de forma directa a la mayoría de las víctimas directas del terrorismo, el contenido de mi intervención y el contenido, totalmente respetuoso con las víctimas del terrorismo, de la propuesta realizada. Aquí sólo quiero señalar que esa propuesta seguramente es la que va a propiciar que la Ley se apruebe sin ningún voto en contra y, para mi, eso es muy importante porque refuerza el apoyo social y político a la Ley y a las víctimas del terrorismo.